Charlote: Segunda Impresión (¡Pinche ratón con guantes!)

Quiero decir que me siento rescatado por ella. Rescatado en cierta medida, pues es por ella que puedo participar de esto sin temor a faltarle el respeto a alguien en particular. Bueno, tal vez a la misma Charlote, pero eso no importa ya que no se enterará de ello.
No le haré daño a nadie, ni profetizaré la llegada de algún salvador. No creo en caudillos (caudillos que no sean sino los de Errror de Imprenta) así que espero todo vaya bien por estos momentos. Lean y dejen de especular sobre subjetividades prejuiciosas a las que quieren llamar "objetividad".

Los dejó con algo que inició con un nombre muy ambicioso, tanto que me ofendí a mi mismo por ello. Soy de perfil bajo, créanlo o no quienes me conozcan, pues soy "conocido". Ahora solo llamo a esto "Charlote".

“Segunda impresión”
Suena el despertador. Estoy listo para un nuevo día. Cojo mis cosas y salgo de casa. Antes de salir, mi madre me dice – de forma sarcástica, supongo –: “¡Persígnate!”. Sólo recurro a dar una sonrisa (considérenla maliciosa o carismática) y a cerrar la puerta. Ella sabe que no creo en dios (y que no considero importante escribir su nombre con mayúscula).
El viaje en bus hasta la academia es algo “pesado”, ya que debo viajar gran parte del camino de pie. Es difícil encontrar asiento, ya que todas las personas salen a la misma hora para ir a trabajar y estudiar –como lo hago yo, por ejemplo– intentando llegar a tiempo, y por eso no importa si la movilidad va llena. Aparte de que viajo de pie está el hecho de que no siento interés en hacer lo que vengo haciendo. Lo hago por una suerte de afinidad, y “gracias” a eso estoy aquí, en este automóvil, a una hora de regresar a mi nueva rutina.
El ocaso está a la vista pero acaba de amanecer.
Ingreso al aula – nuevamente, porque lo hice ayer – y esta vez no queda libre el asiento donde me ubiqué un día antes. Intenté dar una muy maquillada segunda impresión pero antes de soltar las primeras palabras se me adelanta un muchacho sentado en la segunda carpeta junto a la pared. Me ve y dice - ¡Hey! ¡Aquí hay sitio!- indicando hacia la primera carpeta y junto a la pared (o sea delante de él). Me acerco y lo saludo estrechándole la mano y a la persona que está al lado de él. No decimos nada más, aún no nos conocemos. A mi lado una chica sentada, al lado de ella otra, siguiéndole dos muchachos. Detrás de mí el tipo que me saludó al ingresar, el joven sentado a su izquierda y luego dos chicas que estuvieron sentadas allí el día anterior. Una cara nueva. Una chica había ocupado el lugar donde me senté el día anterior – bueno. Nueva no, a lo mejor ayer no la vi. – En ese momento no me molestó que haya ocupado mi lugar ya que las cosas recién comenzaban y no lo hizo por molestar. Las cosas recién comenzaban. Todo mundo buscaba su ubicación. Hasta yo, que ya tenía un asiento.
-¿Oyes Nirvana? – Las primeras palabras que oí – Mí nombre es Heder.
- ¡Claro!- Era obvio, llevaba una camiseta con la imagen de la banda.
Luego, continuamos la conversación con preguntas como ¿Qué canciones has oído? ¿Oyes Linkin Park? Él llevaba una camiseta de esa banda, así que era estúpida la pregunta, pero de todas maneras debía decir algo para no perder la ilación de la charla.
- ¿Han oído Ataque 77? – Nos pregunta la persona sentada al lado de Heder – a lo que ambos respondemos con un sí.
Se llamaba Chris y tanto él, Heder y yo compartíamos ciertos gustos musicales, por lo que pudimos congeniar al instante. Seguimos charlando el tiempo que pudimos en esa misma mañana. Y, justo antes de olvidarme, les di mi nombre.
Así siguió el día hablando de The Cure, Guns ‘n Roses, Metallica, Green Day, Inside, 6 voltios y muchas bandas más. Las chicas sentadas a nuestro alrededor parecían algo confundidas, supongo que por las cosas que decíamos, como si nos conociésemos desde mucho tiempo atrás, como si tuviéramos nuestro propio lenguaje, y el hecho de que a las dos horas nos lleváramos bien. A los tres nos desagradaba la moda “emo” (porque es una moda pasajera. Acéptenlo). Nos parecía algo tonto y solíamos hacer burla de ellos con las cosas que decíamos. Una especie de humor negro con rayitas blancas y un fleco en el peinado, acompañado de frases como: “Me hiero para no sentir dolor” o “¿Por qué las rosas tienen espinas?” o “Nadie me entiende, soy distinto” y una serie de emo-frases célebres.
Pasando el mediodía de este sábado (era sábado) nos despedimos y quedamos en guardarnos lugar entre nosotros para las próximas clases.
Esta vez no regresé solo a casa, ya que Heder y yo vivíamos en el mismo distrito (Ate) así que abordamos el mismo automóvil y fuimos hablando todo el camino.
- Y… ¿Fuiste a los conciertos del RockeAte? – le pregunté ya que debíamos hablar de algo y supuse que ese era buen tema de conversación.
- Claro pues, como no voy a ir si soy de Ate- respondió.
- Oye, pero ya no lo hacen desde hace tres años - dije con molestia -. Todo por culpa del nuevo alcalde. Lo último que recuerdo del RockeAte es el gran “pogo” que se hizo (que estuvo bravazo por cierto) y la presentación de Zen. Claro que…. tocando la guitarra desnudo, pero bueno, es rock. ¿No?
Reímos ambos dentro del bus sin importarnos el sentir vergüenza o sensación semejante. Fuimos hablando todo el viaje sobre esas cosas. Sobre los cd’s, las bandas que oíamos y maldiciendo el hecho de que no vengan buenas bandas al Perú – refiriéndonos a bandas internacionales – y que solo llegue producto reggeatonero. (Eeeeewwww)
- Yo debo bajarme aquí – dije mientras me levantaba de mi asiento –. Nos vemos el lunes, si los choferes de combi quieren – lo dije porque en esta ciudad las muertes por atropellos son cosa de todos los días.
Recurrió a reírse y antes de bajarm dijo “Yo bajo en Huachipa”. A lo que respondí mostrando el puño cerrado, con el índice y meñique erguidos.

/* “Sabes hoy estuve pensando en ti aunque aun no estés en mi vida, aunque aun no existas ni te pueda dar un beso en la mejilla, no te pueda atar los cordones e intentar ver por debajo de tu falda en una inocente y astuta acción. Hoy no pude hablarte, no te conocí. No sé si te encontrabas aquí.”
“¿Quién era la chica que me ganó el asiento el día de hoy?”, me pregunté antes de llegar a casa. “Estaba vestida de negro, ya lo averiguaré”. Final. Una vez ingresando a casa la historia muere.

Lo sé. Sueno a producción en masa de Disney.
(¡Pinche ratón con guantes!)

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