sábado, 28 de noviembre de 2015

Caín: El Segundo Fruto Prohibido 6ta Parte

La sexta parte, el final se acerca y... ocurrirán cosas. Luego ocurirrán más cosas y el mundo se acabará... o algo así. La furia de Absalom y la cruel realidad se chocan, como dos trenes, chocándose, y formando un arcoiris de choques. Nace un tren más pequeño y todos son felcies.  Ah, y puede que estas dos... ¿o tres? últimas partes sean un poco más largas, así que si te cronometrabas mientras leías no te sorprendas al ver que te tardaste diez segundos más.


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Caín: El Segundo Fruto Prohibido 6ta Parte


 El infierno se ha desatado en la tierra o, tal vez, el infierno es la tierra. Hay sangre en la tierra, hay sangre en la carne que se derrama como agua. El día es soleado y caluroso, perfecto para trabajar otrora. ¿Quién hubiera pensado que ese otrora fue tan solo ayer? La furia es tangible, está mezclada con el miedo, está mezclada con un instinto animal que los humanos hemos sabido dominar por tanto tiempo…. Y no es la sangre, no es la carne, no es la rabia, sino una forma de liberación la que parece impulsarnos. Ante mí se presenta el fin del mundo y estoy paralizado, no me puedo mover. Oigo la voz de Lucifer, pero no entiendo qué me dice. Veo a Anah, curando por allá a una persona; veo a Anah, casi sin pensarlo luego de curar a alguien, lanzar una estaca de agua a través del brazo de alguien, un energúmeno, deteniéndolo en el acto. Veo a gente tan ensimismada en el acto de la violencia que se olvidan que el objeto de descarga es otro humano.

Y no entiendo… no entiendo nada, vi a una persona intentar atacar a Jael, pero había hombres a su alrededor permanentemente protegiéndola. Los ojos de sus guardianes estaban vacíos,  un aura… sentía un aura; una magia poderosa, parecida a la que poseo. En sus manos había lanzas blancas que brillaban como el sol.  Jael sonrió socarrona, tan segura de sí misma, tan en control, en comparación conmigo.
 

 Vi a Abiram y sus ojos parecían segados  por el rojo.  Por un rojo tan profundo y maldito que en sus pensamientos no se formaba una idea, sino una imagen en la que aparecían su mujer y sus hijos muertos.  Mi mente se adentró en la suya, sentí…sentí su rabia. La sentí subir, la sentí escalar a través de mi cuerpo. Sentí cómo mi cuerpo se emocionaba y mi respiración se aceleraba. Ya el mundo no era el mundo. Ya no amaba a Anah, ya mis recuerdos no eran exactamente míos… Veía todo diferente. Me veía a mí y a Abiram, persiguiendo a un perro, jugando con él..  Crezco y amo a Apphia. La amo desde mi juventud temprana, encuentro en su enmarañado cabello castaño  un bosque en el que me quiero perder. La he amado desde hace tanto tiempo y ella a mí, y nos hemos escapado mientras Jael no nos miraba. Absalom me lo advirtió, me dijo que tuviera cuidado. ¿Acaso él entiende lo que es mi profundo amor? ¿Acaso sabe él cómo mis movimientos parecen dominados por otra persona, por un yo mucho más brioso? Absalom, estimo tus consejos, pero siempre has creído en todo lo que dice la Abuela Jael…   Difícilmente podría entender el deseo que nos une… 
 

Así los años pasan, Rahel nació primero y fue una alegría inmensa. A los tres años, nació Iason y fuimos increíblemente felices. El pecado no nos castigó, Apphia vivía… muchas mujeres han muerto dando su vida por la de sus hijos.  Pero Apphia vive… y cree en ti Absalom. ¿Por qué cree en ti? Absalom… Absalom, quiero creer en ti, quiero que la verdad se aclare. ¿Pero cómo puedo creerte?
 

Eres presa de Satán, Absalom, y eso no me gusta. ¡HAS CONTAMINADO A MI FAMILIA! , grité.  Hay en mis manos sangre. He derramado sangre, derramé la sangre de Apphia primero…. Dios me lo ha dicho, tenía que hacerlo. ¡DIOS ME LO HA DICHO! Están mancillados… maldito seas Absalom. ¿Por qué no dejaste que la bestia te matara? Hubiera sido tan fácil... Los ojos de la pequeña Rahel, abrazada de su hermanito… No se atrevía a verme la cara.  La cara de Rahel, sus ojos descolocados. Lágrimas en sus ojos, paralizada por la forma en la que gritó su madre… como un jabalí siendo atravesado por lanzas. Hay más gritos. No soy yo el único al que Dios le ha hablado. Es una forma de saber que no logro entender…. ¿por qué mancillaste a mis hijos, Absalom? Grité, a la cara de un Absalom sorprendido, incapaz de moverse.  Tú asesinaste a mis hijos… susurré. Todo es caos. Familias matándose entre sí… todos atacándose los unos a los otros. Tú trajiste esto Absalom. Por tu culpa mis hijos murieron. ¿Sabes lo horrible que fue mirar los ojos de esos pequeños y sucios pecadores? Una vez fueron Rahel e Iason.  Y ya no.
 

Abiram estaba frente a mí, con un garrote, su cara estaba llena de sangre. Sus manos cubiertas de sangre hasta el codo. Sangre, sangre, sangre, salpicada por todos lados. Todo es sangre y Abiram se abalanza ante mí.  No hace falta que haga un movimiento para que sea empujado hacia atrás con una fuerza mayor a la de su salto. Cayó al suelo sin comprender nada. En un momento se lanzaba con todo hacia mí y al otro era violentamente tirado al suelo.
 

“Lo siento, Abiram. Realmente lo siento… Nada de esto debió suceder así.” Él no respondió. La cólera ras tal, sin embargo, que hacía que las palabras se te olvidaran.  “Debiste tener más fuerza… te vi crecer y amar a Apphia… te vi desobedecer a Jael. A ambos los vi desobedecerla. ¿Cómo te permitiste caer tan bajo?...” Pero no me escucha… sé que no me escucha. Sé que lo que digo es una forma de justificación a mí mismo, por lo que haré, por lo que estoy a punto de hacer, que debería costarme más de lo que me cuesta. Me gustaría poder justificarlo por sus actos, decir “Es tan difícil luchar contra esa imposición de Dios.” Es difícil. Sí… pero también sé que lo quería, sé que dentro de sí había una duda de la que la imposición de Dios se hizo cargo para dominarlo.
 

El golpe de su garrote rebotó en el aire. De mi mano, en forma de energía, salían garras. Volé hacia él, mucho más rápido de lo que él pudo haber corrido.  Todavía estaba aturdido tras el golpe de su garrote rebotando en la nada. Abierto, incapaz de defenderse. Desgarré su brazo izquierdo, su sangre se mezclaba con la sangre de sus hijos, de su mujer. El garrote salió volando de su mano lejos de nosotros. Un pensamiento bastaba.  Mi puño se hundió en su cara; él era como una bestia encolerizada. Incapaz de darse cuenta de su dolor… lo levanté en el aire y,  con solo un movimiento fútil de mi mano, todas sus extremidades giraron dolorosamente. Gritó, su cuerpo sufría un dolor inconmensurable, al menos eso esperaba.
 

“¿Despertaste?”    Pregunté en una voz tan ligera que yo mismo no me escuché entre el ruido de todos los demás. Lo dejé caer en el suelo. Lágrimas salían de sus ojos…
Esto nunca debió pasar, pero pasó. Un rayo salió de mi mano directo a su cuerpo… jamás supe si murió por eso o si murió mucho más tarde, pero perdió la consciencia.
 

Busqué a Anah, la vorágine de gente, de violencia, era tal que era difícil distinguir todo lo que pasaba. Vi a un animal que parecía un oso, mucho más grande, mucho más horrible, luchar contra uno de los protectores de Jael. Lucifer me dijo algo. “Hay sellos alrededor de la aldea.” Seguido de eso me dijo que sería capaz de sentir la energía que desprendían si me concentraba. No quería saber nada de ningún ángel, por eso me enfoqué primero en encontrar a Anah.  No fue difícil encontrarla, tenía un brazo ensangrentado, detrás de ella había varios niños, una que otra mujer.  Tenía una lanza muy parecida a la de los guardianes de Jael.
 

“¡Anah! ¿Quién te hirió?”
 

“Ya me hice cargo yo de ello…”
 

“Anah… esto es tan horrible. Lo que ha pasado, Dios ha puesto mensajes en la gente. Se ha aprovechado de la confusión, de la incertidumbre de sus creyentes y lo ha convertido en odio… Abiram… mató a su familia… lo vi todo. Lo vi, lo vi como si hubiera sido yo mismo el que las mató, por un momento, viví todo lo que vivió Abiram…”  Anah me miró con preocupación. “¿Los has protegido tu sola?”  Pregunté.
 

“Sí. Fue difícil, pero alguien tenía que hacerlo, al principio curé a algunos… pero tanta gente atacaba por todos lados, sin importar a quién o a qué… y luego esas bestias… ¿Así era el demonio al que incineraste?”  Asentí. La abracé, duré así un momento, recordando su calor… recordando que sin importar qué teníamos que sobrevivir y salvar a quienes pudiéramos. Escondimos a los niños y a las mujeres, en el almacén general de la aldea, suficientemente alejado de la batalla.
 

“Anah, es mejor que te quedes aquí protegiéndolos.”
 

“¡Tu mano está ennegrecida!, ¿no te duele? ¿Cómo me puedes pedir que me quede aquí?”
 

“¿Quién los protegerá a ellos? Anah, has hecho mucho más de lo que yo ya he hecho. Tu sello tiene límites… en cualquier momento ya no tendrás nada,  ¿y quién puede asegurar que yo te pueda defender ante todos esos monstruos?  Ni siquiera sé si saldré vivo… Acompáñame a quitar el sello que está cerca de aquí, luego seguiré yo…”
***
 

Es posible que Lucifer lo supiera todo desde el inicio. Es posible que todo estuviera planeado, que ambos lados estuvieran riéndose y comentando lo manipulables que éramos los humanos. Llegar y ver lo que yo había visto había sido comprobar una realidad de la que no parecía formar parte. Sí, había eliminado a una bestia. Sí, había influenciado las creencias de las personas. Sin embargo, no había ningún daño hecho, todo parecía ser solucionable con una discusión… entonces es cuando me doy cuenta de mi inocencia, hay dos bandos tratando de hacer que los humanos les crean. Un bando sataniza a uno y  el otro hace lo mismo, el problema yace en que los humanos somos las víctimas de sus juegos… El problema, es que sigo creyendo en Lucifer. Porque si sabía que esto pasaría, tuvo la decencia de impedir que durmiera en una aldea que estaba a punto de ser encolerizada por la influencia de los ángeles.
 

Puede que no haya nada correcto, que no haya nada justo, que no haya nada virtuoso en los ángeles y que todo sea una concepción nuestra de lo que son y de lo que no son. La verdad, la verdad es que ellos son todo lo que aparentan ser y nosotros no sabemos nada de ellos y ellos saben tanto y ven en sus motivos razones tan importantes que parece que se les olvidase que los humanos sufrirán las consecuencias.  Eso sería cierto en un mundo ideal, lo más probable es que ellos estén al tanto de las consecuencias y nos vean y piensen “Es una lástima que este vaya a morir, pero es para un bien mayor, estará en un lugar mejor”, después de todo nuestras vidas son extremadamente finitas. Nuestras madres tienen una altísima probabilidad de morir al dar a luz. Nuestros hermanos tienen una altísima probabilidad de morir enfermos por medio de quién sabe qué. Si nos descuidamos, podemos morir en medio de una cacería…  si nos descuidamos, incluso nuestro hermano nos puede matar. Porque los humanos no entendemos muy bien lo que queremos y a veces nuestros instintos, nuestras emociones son mucho más fuertes que la razón, que un lazo humano.
 

Ante mí había una matanza, pero no me importaba. Mi mano estaba ennegrecida hasta el codo y dolía muchísimo, pero no me importaba. Lucifer me había dicho que debía quitar los sellos y eso era agotador. Poseían una energía grandísima, estoy seguro de que ninguna otra persona los hubiera podido ver o sentir. A decir verdad, lo sentí mucho antes de lo que lo pude ver y lo pude sentir simplemente porque Lucifer me lo advirtió. Se camuflaba entre todos los sentidos humanos de una manera muy hermosa, como una melodía que se escabulle en tus pensamientos, como una hermosa visión… Como intrincadas formas que brillaban variopintas y que formaban, a veces, una hermosa estructura que parecía llegar hasta el cielo.  No eran tangibles, las sentía y podían reaccionar a mi antojo si eso quería, pero al momento en que interrumpía su flujo, se derrumbaban. Se venía abajo el sello… ese pequeño paraíso llegaba a su fin. De las cinco que había, tumbé las cuatro primeras con facilidad y sentí una tristeza infantil al verlas caer.
 

La quinta, estaba en la casa de Jael.  Rodeada por sus guardias, con Jael al frente observando todo lo que sucedía sin mancharse las manos. 

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lunes, 23 de noviembre de 2015

Caín: El Segundo Fruto Prohibido 5ta Parte

Ha pasado un mes. Un mes y un día. Creí que no vería la luz del sol de nuevo, a decir verdad, no la he visto. Me secuestraron los no-seres y me llevaron a su no-tierra. Una experiencia aterrador para alguien que es. No puedo llegar a describirles lo horrible que no fue. En fin... quinta parte, explicaciones aleatorias que forman parte de algo mucho mayor. Quizá. Y quedan como dos partes más... o tres. ¡No más de cuatro!


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Caín: El Segundo Fruto Prohibido 5ta Parte


En su cara había una sonrisa plácida, todo iba de acuerdo a sus planes. Quise increparle por qué no me había dicho… nada. ¿Qué sentido tenía revelarlo entonces? ¿Qué sabíamos nosotros en verdad? Satán era un símbolo de lo malévolo y tan solo ahora se mostraba con claridad que no era lo que parecía… si bien sus métodos  eran poco comunes, y hasta siniestros, no se podía negar que era él quien les había brindado luz a los humanos. Eso creía, pero había algo que no podía sacar de mi cabeza y era: ¿con qué propósito nos había tentado Lucifer? ¿Había sido porque creía que la humanidad merecía el conocimiento de la fruta, en desacuerdo con “Dios”, fuera lo que fuera eso? ¿O tenía planes más perversos? E incluso con esa duda,  no se podía saber si eran planes desfavorables para nosotros o para los demás ángeles o el propio Dios. Los humanos no sabíamos nada, éramos simples piezas que ellos podían mover a voluntad y nosotros solo podíamos creerles.

Me hubiera gustado decirle que no formaría parte de sus juegos. Era muy tarde para decirlo, ya no tenía ningún sentido.

En el semblante de Anah se escribía una loa en propósito a la belleza indescriptible de Lucifer. Su apariencia estaba cambiada muy ligeramente, sus rasgos ya no eran tan masculinos como la vez anterior, tenía una apariencia que sugería feminidad, como su voz la pasada noche.

“¿Así que tu eres la amada de Absalom, Anah?” No hubo respuesta, seguía embelesada.

“¿Para qué me has llamado?”

“¿Para qué te he llamado? Hay que hablar de muchísimas cosas Absalom. Hay muchísimos hilos que tirar, otros que cortar, algunos que enmendar. Ha pasado muchísimo… y todo ha ocurrido tan pronto. Me hubiera gustado apoyarte en presencia, a todos mis camaradas también.  Te llamo porque sé que necesitas ayuda y te sientes confundido… Mi oído es muy fino, he oído lo que ha dicho esa adorable vieja sobre mí.”

“Y todo lo que dijo es cierto, ¿no es así?”

“Exacto. Yo jamás te mentiría.  Se han visto las cosas desde cierta óptica desde hace tanto tiempo,  que no se puede evitar que se empañe nuestra visión, la visión de ustedes.” Lucifer parecía mucho más tranquilo, confianza rebosaba en su actitud amable que no terminaba de cuajar para mí. Resultaba el acto más natural del mundo… si no lo hubiera visto antes, lo temible que podía llegar a ser. ”Todo depende de la óptica.”  Repitió.” Ellos dicen  que los tenté, en forma de culebra. Y nada más cierto. ¿No le temen los humanos a las culebras?” Asentí, pero el ya seguía, sin prestarnos la menor atención. “Así es. Le temen a ellas y yo tomé esa forma y les ofrecí algo que ustedes querían, sugerí miedo porque incluso los ángeles pueden temer, y yo tenía tanto miedo como ustedes.”

“¿Los ángeles temen?” Anah preguntó sorprendida en exceso…”¿Tú sabías eso?” Me miró llena de curiosidad infantil. Lucifer a pesar de interrumpido seguía sonriendo, regocijándose ante nosotros.

“No tenía la menor idea…” Respondí.

“Toda criatura es capaz de temer, Anah.  Nosotros parecemos intocables y somos tan brillantes ante los ojos humanos que parece imposible, ¿no es cierto? Tenía miedo, esa es la verdad. Tenía miedo porque no todos los ángeles piensan igual y junto a mí había otros que creían que los humanos debían ser capaces de saciar su curiosidad. Parecía una cruel tortura. Darles libre potestad y decirles luego: ¡No pueden tocar ese árbol ni comer de esos frutos ni entrar en esa fuente! Tantas restricciones, ¿para qué hacérselos saber? ¿Tan solo esperábamos que fallaran para saciar nuestra infinita existencia de una diversión? No me parece sano… Yo soy de los que creen en la naturaleza humana. Por eso, les ofrecí la oportunidad, tomando forma de serpiente, recordemos, les ofrecí la oportunidad de escoger. Así como te la ofrecí a ti, Ab. Me demostraron los humanos que incluso con el miedo natural a un ofidio mortífero preferían el conocimiento a la nada. Este acto fue visto como egoísmo de mi parte, más no era yo el único que creía eso. Discutimos y hubo una atmósfera nada reconfortante en el paraíso. De una manera brutal nos excluyeron, mancharon nuestro honor y  nos tiraron a la tierra, al infierno, con ustedes y luego divulgaron terribles mentiras sobre nuestra naturaleza. Así les han mentido los ángeles.”

“¿Cómo es posible?” Anah dijo, como si leyera mis pensamientos. Mucha más empatía parecía tener ella, que agregó:” ¿Cómo los ángeles pueden ser tan crueles? ¿No somos nosotros los que tendemos al pecado, a la incomprensión y al conflicto? Incluso en los ángeles yace la maldad…”

Los ángeles habían probado ser seres mucho más complejos, con historias bastante más sombrías de lo que antes sabíamos de ellos, estándares de todo lo que es bello y santo.  No puedo saber cómo se sentía Anah con respecto a todo lo dicho… era tanta información para procesar.  No podía hacer otra cosa que sentirme minúsculo en la oscuridad de la noche. Había tanto, tanto que no podíamos controlar y fuerzas a las que les bastaba ejercer su voluntad para que la naturaleza  actuara a su gusto.  Más ángeles aparecieron lentamente y Anah descubrió a algunos de apariencia aterrorizante. Incluso con temibles cuernos los ángeles encuentran la belleza, en la decadencia, en el temor, en nuestra profunda oscuridad.

Trajeron algunos ángeles carne de jabalí y la cocinaron  en un instante. Nunca probé carne tan bien hecha y con tan buen sabor. Ellos comieron con nosotros, pero admitieron que era un placer innecesario para ellos, no tenían razón para comer, solo nos hacían la gracia.

“Absalom, sé que el  poder que fluye ahora en ti es tanto una maldición como la mejor herramienta que podría tener un humano. Por eso, tengo que hacerte notar que has mal usado sus poderes. Está bastante claro que poco sabes de tus capacidades. Podrías, por ejemplo, convocar un rayo tal como hiciste con el fuego.” En la mano de Lucifer pequeños rayos rodearon su mano.”Tómatelo con calma, hay un sinfín de posibilidades, pero estoy seguro de que has sentido las consecuencias del abuso de la marca. El fuego con el que consumiste a la bestia fue exagerado y propósito de emociones incontrolables. Luego, hiciste algo mucho más complejo. Manipulaste los pensamientos de todos, implantaste ideas, sugeriste emociones. Nuevamente, fue producto de tu instinto y mi sugerencia hizo mucho más de lo que crees. ¿No es cierto que tu mano ardió muchísimo más esta vez?”

“Sí… incluso, noté cómo mis dedos se ennegrecieron… no podía moverlos…” Mi mano ahora estaba bien. Anah me miró consternada, no quería preocuparla por una nimiedad. Tomó mi mano.

“Es natural. Tendrías que abusar la marca de una manera excesiva para que llegara afectar tu fisiología humana. No llenemos nuestra mente de pensamientos funestos. Hay  otro asunto digno de comentar. Eremiel, dibuja el sello.” Y un ángel de magníficas alas negras procedió a dibujar un símbolo en la tierra, con una larga vara que resplandecía ante el fuego de la fogata. “Estoy seguro, Absalom, que no querrías que más de tus hermanos sufrieran lo que sufriste tú para conseguir la marca. Es problemático, además, para nosotros los ángeles forzar una marca en un humano. Nuestro encuentro fue fortuito, es cierto; pero también es cierto que fuiste un último recurso para nosotros… Necesitábamos hacer que nuestra presencia se sintiera allá arriba y tú has sido el hombre perfecto para esto. Apreciamos mucho todo lo que has hecho.” Asentí, antes de formular mi pregunta, Lucifer siguió:”Este símbolo que ves en la tierra, es una especie de marca experimental. Una teoría que el propio Eremiel junto a Marut,” señaló, pero allá en la oscuridad era difícil distinguirlo de otros ángeles,” han diseñado. Funciona de manera muy similar que el sello, más trabaja con condiciones. No daña, no hiere al usuario. Posee un límite, cuando el límite se sobrepasa, el sello desaparece.”

“¿Y cuál es el propósito de eso?” Dije y miré a Anah, que lo comprendió mucho más rápido que yo.” ¿Para Anah?”

“Así es. Los humanos tienen mucho que aprender, Absalom, Anah.” Siguió hablando sobre asuntos celestiales que ya no le concernían y habló sobre la mezcla de hierbas, como sus propiedades mezcladas bajo pequeños conjuros que aludían al espíritu, podían hacernos sanar de enfermedades mortales. Potenciar otros remedios que ya conocíamos. Nos habló temas siniestros, bajo una premisa similar a la de la marca, podías influenciar el destino de una persona muy ligeramente, causándole penurias menores. Se podía, así mismo, influenciar de manera positiva. Evitar una herida, una enfermedad. Era algo muy ligero e incierto, según nos hizo saber, dependía de la habilidad del usuario. Siendo así que alguien increíblemente hábil podría manipular a una persona, sugerir cosas que no iban de acuerdo a sus principios (siempre y cuando no saliera del rango de su personalidad) y pequeñas ilusiones. Anah prestó mucha más atención que yo, que me mantenía observando con cuidado todo lo que ocurría a nuestro alrededor. La desconfianza crepitante que le tenía a Lucifer… a los ángeles en general, me impedía prestarle atención a nadie. Temía.

Si antes creía que la humanidad tendría un futuro  aunque sea un poco brillante gracias a Lucifer. Ahora temía que un mar de calamidades nos fuera a ahogar.  Ambos lados habían mentido muchísimo.  Cedí ante la ilusión de Anah, que veía un futuro más brillante. Podía ser que el pesimismo no fuera más que un síntoma del miedo de huir a la tranquilidad, al conformismo inicial con el que vivíamos… Sí. Debía ser eso.

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jueves, 22 de octubre de 2015

Caín: El Segundo Fruto Prohibido 4ta Parte

Comenzará el nuevo reinado de los ardillianos. Lo he visto en mi triángulo, bueno, en teoría, lo oí, pero a quién le importan esos detalles. Hay cosas más importantes, como la tranquilidad misteriosa antes de la tormenta. Es una tranquilidad rara, que viste un saco con capucha y lentes de sol. A veces le vende drogas a los niños, otras los seduce con dulces para volverlos peter pans o cofres del tesoro. Bleh.


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Caín: El Segundo Fruto Prohibido 4ta Parte

 La mañana llegó hediendo a incertidumbre. Se sentía un desasosiego mudo, la gente temía hablar porque todo explotaría, porque ya nada sería igual. Incluso los más osados no querían decir nada, miraron a Jael, en el centro de todo. Ella se veía igual, capaz y su expresión era más severa. Todos queríamos pensar que todo había sido un mal sueño, uno colectivo, y habíamos despertado. Todos sabían muy bien que no era así.

Jael no fue la primera en hablar esa mañana. Tal vez el miedo había llegado finalmente a sus antiguos huesos y se encontraba con un nudo en la garganta, a punto de llorar, de quedarse frágil y desamparada, tratando de aceptar que los ángeles diurnos no eran lo que aparentaban ser. Tampoco fui yo el que dirigió la reunión espontánea, porque temía. No, sabía que mi verdad era tan solo una parte de toda una gigante conspiración. Mientras que lograba reconocer lo malo y lo bueno de una manera ruda y poco precisa, prefería esta revolución a estar inundado en una mentira  feliz… Creía en una felicidad sincera, en la que pudiéramos admitir nuestra funesta naturaleza y convertirlo en algo positivo si era posible.

El que habló, tartamudeando un poco al inicio, e hizo físico el pavor, lo volvió todo una realidad palpable, afincando como nunca la herida todavía abierta en nosotros. Dijo el dolor de la herida: no hay escapatoria, esto tiene que pasar. El que dio el paso al abismo fue un hombre simplón, al que apenas podía recordar; un hablador sin sentido, un humorista, un payaso. Un hombre. Uno que temía y temía por su familia y por sus hijos y por su esposa. Ya he olvidado hace muchísimo tiempo sus palabras, pero nos recordó que el temor era real.

Preguntó: ¿Hay más criaturas diabólicas? ¿Cómo nos protegeremos de ellas?, me miró a mí y vi que necesitaba un guía, que no confiaba en Jael, porque ella habría sugerido que la voluntad de los ángeles dictaría lo que tenía que suceder. Si debíamos morir a mano de las bestias que así fuera. Ella creía, me figuro, que los ángeles serían incapaces de dejarlos a la deriva, pero diría eso y hablaría de cómo sus planes eran imprevisibles. Nos recordaría lo bueno que habían sido con Adán y Eva.  Este hombre, el humorista, el padre que no había sido convencido por los fuegos fatuos ni por los ángeles, me miraba a mí que había derrotado a una cría del demonio y me pedía que lo guiara. No lo hacía a viva voz, porque había quienes me temían. Joder, yo mismo me tenía miedo, no comprendía nada de lo que pasaba. Solo sospechaba algunas cosas, solo tenía cierto ángulo de una situación que era difícil de explicar.

Ante mi silencio, otra persona me cuestionó:

“¿Y si él está de lado del demonio? ¿Qué pasa si terminamos siendo comida de bestias por seguirlo?  Quién sabe qué quiere este hombre… ¿Es este el Absalom que conocíamos?”

“¿Y cuál es la alternativa, esperar a que nos maten todas las bestias?”

De esto nació una acalorada discusión, algunos se agarraban violentamente, sacudían a otros tratando de hacerlos comprender. Yo no decía nada y Jael sonreía complacida del desorden que había nacido gracias a mí. Estoy seguro de que intentaría culparme de la discordia, diría que todo era plan de Satán y que yo claramente solo quería verlos a todos muertos.

“Tú puedes guiarnos, ¿cierto, Ab?” Me preguntó Anah y yo asentí distraídamente.

“¡Silencio!” Grité…

“Antes de que estuviéramos en esta sucia tierra, llena de peligros y oscuridad”, dijo Jael, interrumpiéndome.”Vivíamos en el Edén. Eso fue hace muchísimo tiempo y yo no había nacido aún.”
Todos se quedaron atónitos. El Edén era para nosotros una vieja historia sobre lo hermoso, lo ideal, lo que habíamos perdido a causa de nuestra curiosidad. El pecado original.

“Pero Eva fue tentada por la serpiente, por Satán mismo. ¿Quién imaginaría que sería un propio ángel el que provocaría que cayésemos en el pecado original? El más hermoso de los ángeles, uno de los ángeles más alabados incluso por sus iguales,   fue el que nos sacó del Edén. Incluso ellos sufren castigos. Tal como nosotros fuimos condenados a vagar por la tierra, llena de misterios y bestias, ellos fueron condenados a caer del cielo. No era solo Lucifer el ángel corrupto, él y todo un grupo de ángeles son los enemigos del cielo. Nuestros enemigos. Lucifer es Satán.  Absalom, por favor, deja que los ángeles te libren de este mal. Has sido mancillado como fue mancillado Caín.  No intentes envenenarnos, no seas ahora tú la serpiente.”

La gente ahora estaba más aterrorizada que nunca… yo junto a ellos. ¿Era falso todo lo que me había dicho Lucifer?   Todo encajaba, sin embargo, esa horrible verdad no corregía nada. Solo nos espantaba, los espantaba a ellos que apenas ahora podían observar un poco de la luz que yo ya había observado. Al estar en la oscuridad, se veían cegados. No podían escoger por ellos mismos. Anah me preguntó temerosa: “¿Es eso verdad?”

“Tal como tú, lo acabo de oír. No tenía ni idea. ¿Pero no has visto todo lo que nos promete? ¿No quieres ver la luz? ¿Qué nos han ofrecido los ángeles? Lucifer debe haber tenido sus razones… Mira, Anah, he sido marcado.” Y le enseñé mi mano.”¿Crees que estando así tengo otra opción que seguirle? Decidiendo no seguirle, podría seguir oyendo su voz. Quién sabe a qué cosas podría obligarme, cómo podría seducirme. ¿Qué opción me da Jael además de la muerte?

“Y aún así...” Esta vez hablé alto, entre el miedo que hacía que todos apretaran sus dientes en silencio.”¿Qué nos han ofrecido los ángeles? Nada. No es hasta ahora que sabemos que Lucifer era Satán. ¿Cómo podíamos defendernos de esto? No había forma, Lucifer, sin embargo, me ofreció el fuego que ustedes vieron. No es todo un día soleado. Reconozco que algunos fueron espantados, yo solo les doy la opción de creerme. Vieron como maté a esa criatura demoniaca, más de ellas se encuentran en los bosques, Lucifer me advirtió.” Mentí.”¿Acaso los ángeles nos han advertido de este mal? No… de otra forma, este mal solo se esparcirá. Es momento de decidir a quién hay que creerle.”

Toda la situación era un enredo lleno de espinas. Tuve la consciencia de que más de uno saldría herido. Habría muertos. Entre la acongojante tensión, alguien dijo que aunque discutir todo esto era menester, igual lo era comer y hacer los deberes diarios. La gente necesitaba todavía tiempo, normalidad. Un ancla que los mantuviera cuerdos, en cualquier momento el destino se nos tiraría encima y no tendríamos más remedio que continuar, fuera esto una masacre, una horrible discusión, el fin de la humanidad, era indiferente. Toda la aldea estaba paralizada por un solo pensamiento. ¿Qué decidir?

 Y en eso, Lucifer me dijo que llevara a Anah hacia el bosque, cuando la noche cayera. Me pregunté qué tanto ayudarían los ángeles a Jael, si siquiera la ayudarían como a mí me ofrecía ayuda Lucifer.

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miércoles, 14 de octubre de 2015

Caín: El Segundo Fruto Prohibido 3ra Parte

Conflictos, teorías conspirativas y dinosaurios. ¡Todo eso y más! En... Ok, no.
Las verdades oscuras comienzan a salir a la luz. La tensión asciende, la cuerda está a punto de reventar.  Cae un elefante de la cuerda y luego el efecto dominó comienza, fichas del tamaño de elefantes comienzan a caer. El público se histeriza y el caos cunde mientras los payasos tiran cáscaras de banana y bolitas al piso.  O algo así.


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Caín: El Segundo Fruto Prohibido 3ra Parte

Observé oculto tras unos arbustos, la forma en la que la gente se horrorizaba. Sus expresiones daban miedo, algunos lloraban. Pedían a gritos que los ángeles vinieran a bendecirnos con su presencia, así el siniestro sino que nos cubría desaparecería. Las mujeres escondían a los más pequeños, inseguras de lo que sucedía como tal. Muy poca gente se atrevía a ver a la bestia. Salí y oí entre los comentarios de las personas, lo que decían haber visto.  

Un perro horrible, ¿dos cabezas? No. No tenía dos cabezas, pero bien pudo haberlas tenido… son puros huesos carbonizados, ¿qué se puede saber? ¿Es un peón de Satán? Seguramente…el primer demonio que veían… No. Las primeras pruebas de un demonio, se corregían e intercambiaban sus opiniones. Todos intentaban dar sus teorías sin parecer expertos. No querían que dudaran de ellos, que creyeran que eran ellos aliados del terrible Satán. Aquel que opone a los de alas argénteas. 


La gente me miraba… con sospecha. Se apartaban de mi camino. Preguntaban los más salidos: ¿esa fue la criatura que viste, eh, Ab?... yo asentía por momentos, pero estaba ido. Solo seguía moción tras moción, sin saber muy bien nada. ¿Qué creerían de mí? ¿Qué pasaría conmigo? 


Finalmente, llegué a donde estaban los huesos carbonizados que habían traído. Poco se podía concluir de esto. Lo que sugería era digno de una pesadilla. Sus zarpas ennegrecidas, su cráneo bestial, en pedazos, también ennegrecido. Los huesos de sus patas… no me quería imaginar lo que ellos creían, porque sin duda alguna era más terrible que la verdad. Si la verdad fuera expuesta en toda su envergadura, solo así ellos podrían comprender que la bestia era solo la mitad de fúnebre que la realidad.


“LOS ÁNGELES TE HAN BENDITO, ABSALOM, TE HAN PROTEGIDO DE SATÁN.” Dijo uno, pero otro le contrario. 


“¿Cómo podemos estar seguro de eso? Y si en cambio, es aliado de él y por eso… mira esas flamas… Flamas del infierno, solo flamas del infierno podrían haber rostizado así a un animal” 


“¡Absalom! ¡Dinos qué pasa aquí! ¿Qué pasó la noche anterior?”  preguntó Anah, en su cara se leía una preocupación profunda. Un pavor que no podía ser descrito con palabras. Quise besar sus labios, abrazarla. Ella era todo lo que me hubiera gustado tener de no ser que realidad fuera tan distante a la que habían pintado los ángeles. Si no fuera todo tan difuso… No podía mirarla a la cara y decirle lo que había pasado. Sentía mis piernas temblar y un vacío crecía en mi corazón; el no saber qué hacer. ¿Decirles y exponerles la verdad…? Jamás. Era increíble. 


Allí, atrás de la multitud, pude ver a la vieja. Sus ojos no pudieron ser más terroríficos. Sus sospechas ganaban nueva vida. 


Ante los murmullos de la multitud, de los gritos que se opacaban entre sí, no contesté nada. Miré la evidencia, absorto. No le presté mucha atención tampoco a cosa alguna. Rumiaba mentiras, verdades incompletas, discursos que eran solo un circunloquio. ¿Qué podía hacerles comprender?  La marca en mi palma izquierda ardió un poco y oí la voz… irreconocible, fantasmagórica. 
 

“¡Vamos Absalom! Diles lo que sucedió… Háblales de tu poder. Diles que los guiarás. Que la sombra que deja tu cuerpo al avanzar hacia la luz, es el camino que hay que seguir. Diles y enfatiza que hay que encontrar la verdadera Fe, el verdadero Amor, tras mirarse uno mismo profundamente en la oscuridad. Un espejo que te enseña todos los horrores. La verdad. No una fementida mentira que han contado los impostores diurnos. Absalom, ¿no quieres proteger a Anah?¿Acaso podrías haberlo hecho antes? ¿No quieres proteger a tus consanguíneos?” Miré allá en el cielo, su tono naranja y a un sol débil. Hallé a la luna asomándose y pensé en todo… Nada tenía sentido y la marca ardía, era un dolor molesto. Agudo. Agudísimo, de hecho. No encontraba explicación alguna a cómo lo soportaba.  

Lazos de color rojo salieron de mi palma y representaron un fuego. Hubo silencio. Se escuchó lo que decía la naturaleza y el fuego crecía lenta y dolorosamente en mi mano. Todos observaban anonadados. Fue esta la llama más hermosa que se pudo formar. Flameaba a veces en tonos rosáceos, proponía al lila y a veces parecía azul o blanca. Creció tanto, mucho más que la que consumió a la bestia. La de Lucifer palidecía ante esta… Su baile te sugería un cariño, una inocencia de alma, una magnificencia divina. El crepitar era uno elocuente y que recordaba a quien lo oía de la gentileza, el honor, la belleza de la vida. 
Yo sonreí y de esa corta sonrisa, nació una risa corta de incredulidad. Una doble faceta. Me sentía inconmensurablemente triste, pero ahí sonreía y reía de la manera más genuina posible. 


El fuego provocó un incendio de un silencioso crepitar. La llama se extendía de una manera preternatural, rodeaba, abrazaba a quienes estaban a en rededor. Creaba fuegos fatuos del puro aire. Iluminaba la caída de la noche y hablaba en cientos de voces. Cada una de ellas les infería un hermoso paraíso… 


Se oyó un grito. Un grito de pánico, el pánico había cubierto la cara de aquel hombre y era su expresión la de alguien que ha visto a la muerte y tiene total seguridad de que el final está respirando sobre su hombro. Oí lo que le había murmurado la llama, porque lo que decían eran mis pensamientos y las visiones que vislumbraban eran mías.  Un centenar de voces que se habían escurrido de mi mente a los fuegos y habían sido descritas de las formas más bellas. También mis temores,  repulsivos y odiosos, habían sido exagerados de tal forma que sugerían las más funestas visiones. Comprendí el temor de todos los que temían, porque era mi temor vaciado en ellos. Comprendí sus risas, sus alegrías, sus esperanzas, porque eran igualmente mías.


 Más temprano que tarde se escucharon más gritos,  entre ellos se escuchaban carcajadas y canciones de camaradería y solidaridad. 


Sentí un brazo intangible rodear mi hombro y oí su voz. 


“Buen trabajo.” Seductora. La voz de Lucifer había adquirido un cariz femenino. 


Fui hacia Anah, atravesando un festival de luces, gritos y risas. La encontré risueña, hermosa como nunca. Saltó hacia mí, me besó, ese fue el primero de nuestros besos, tierno, el siguiente  fue más apasionado, sexual.  Deduje que mis pensamientos habían sido introducidos en ella y había encontrado mi amor laudable, había sido seducida. Encontré en la concupiscencia del beso mi amor y lo compartimos. 


Fui asaltado luego por todos los horrores y placeres y risas de la multitud en un solo momento. Una implosión que hizo que mi mente se cansara, pero todos se veían igual de amodorrados. La algarabía calló. 


Jael, la antigua, la viejísima, estaba de pie. Se le notaba más vieja que nunca o tal vez éramos nosotros más jóvenes que nunca, rejuvenecidos muchos por el placer y la convivencia humana. Ella no lucía cansada como nosotros, lucía furiosa, juntaba sus manos muy fuerte y oraba a los ángeles. Recitaba sus nombres, los adornaba con palabras y describía sus logros.  Sus ojos ardiendo con rabia, su boca sin dientes apretándose tanto que tal vez sus encías sangraban por la presión….


“¡Tú no eres Absalom!” Gritó, histérica, al fin callando sus murmullos. “Lo vi. Vi al demonio a tu lado… ¡No tentarás nuestras almas! ¿No es así, mis hijos?”  Su voz fue al final maternal, enternecedora. Nadie intentó contestar su pregunta, había mucho cansancio entre la gente. Algunos dormían. Se podía decir que éramos solo nosotros dos, Anah se sostenía de mi brazo apenas consciente, parecía una niña invadida por un profundo sueño.


“Eso lo tiene que decidir la gente, Jael. Si creer tus torcidas palabras, tus engaños… o si han de acudir hacia lo verdadero, terrible y hermoso como es. ¡Los ángeles de la noche nos ofrecen la verdad! ¡Conocimiento para combatir las sombras y a criaturas como el perruno secuaz de Satán!” 


“¿Qué dirán los ángeles de esto, ah, Absalom? ¿Te lo has preguntado?” 


“¡Mentiras! Solo dirán mentiras, porque es lo que han hecho desde nuestra creación. Nunca nos han protegido, han dejado que nos estrellemos sin advertirnos del peligro real. Solo haciendo vagas sugerencias. ¿Qué podemos saber nosotros si ellos solo nos dicen lo que no debemos hacer? ¿Eso nos hace más sabios? No… nos deja con la curiosidad, lo más humano de nosotros. ¿Cómo aprendimos a curarnos con plantas, si no fue por curiosidad, por ensayo y error? Los ángeles diurnos no quieren guiarnos. Se divierten al vernos estrellarnos entre nosotros, en nuestra ceguera colectiva.” Mentí, me sentí atrapado en una encrucijada, en lo que quería decir realmente y lo que Lucifer quería que dijera. Seguí al hermoso ángel, por supuesto. ¿Qué es una mentira por el bien mayor? Hay tantas mentiras entre la verdad, entre nuestra historia. Algunas nos han protegido, otras nos han sumergido más. Confiaba en plenitud en Lucifer.


La vieja no contestó nada, estaba desconcertada. 


“Los ángeles diurnos no se atreverán a venir aquí. Le temen a la noche más que nosotros mismos.” Pero veía una mano brillar tímida en su hombro... Justo como ella había vislumbrado a Lucifer. 


Las gentes se levantaron, sin saber nada,  sin entender cosa alguna, se avivó una enemistad con energías renovadas. Discutían entre ellos sobre los ángeles, sobre lo ocurrido, sobre los nuevos ángeles. La gente se acostó con el miedo de una discusión mayor en sus corazones. Con la certeza de una división irremediable. Familias separadas en vid de la verdad.  Anah entre mis brazos, feliz. Yo los guiaría,  pensaba, yo los guiaría… 


***

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sábado, 3 de octubre de 2015

Cumplimos 5 años

A los 5 años aprendí a leer. Un gran logro para mí como niño. También a contar hasta 100 y a preguntarme qué tan grande podía ser un número. Escribía unos seguidos de muchísimos ceros en papeles y hasta en las paredes y preguntaba si esas cantidades tenían nombre. Nunca supe si lo tenían o no, pero supongo que tampoco importa.


Hoy cumple 5 años Errror de Imprenta, este blog y todo lo que nos trajo hasta aquí. Son 5 años de la conversación de amigos que dio origen a este proyecto que a pesar de las dificultades se ha mantenido activo. Pero Errror de Imprenta no es un niño, mucho menos una persona. Para andar y lograr objetivos comparables a lo que para un niño es leer o contar hasta cien, se requiere el esfuerzo de más de uno.

Es por eso que en este 5to aniversario nos sentimos tan emocionados como si fuésemos niños de cinco años y tuviéramos una gran torta de chocolate, con decoración de algún héroe infantil de la época en la mesa, esperando a soplar las 5 velitas (porque aún se pueden contar y es sencillo colocarlas) y pedir como deseo ser más grandes y mejores el próximo año...