Caín: El Segundo Fruto Prohibido Epílogo

El tan esperado epílogo. Estaba muerto, tuve que revivirlo. Fue una situación difícil, en fin esto puede que explique algunas cosas. Puede que deje más dudas, puede que les parezca que no tiene ningún sentido...  puede que sea jugo de pez. Júzguenlo como les plazca.


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Caín: El Segundo Fruto Prohibido Epílogo


Sariel quería destruir la tierra. Quería matar a los humanos, más que nada deseaba que Lucifer jamás hubiera existido. Nunca le había gustado el aire superior que emanaba, la forma en la que muchísimos ángeles creían tan sencillamente en sus palabras y sin embargo, cuando dijo que les ofrecería conocimiento a los humanos, que los tentaría,  nadie estuvo de acuerdo con él, nadie le dijo nada porque la idea se originó entre sus más cercanos camaradas y en secreto a voces llegó a expandirse por todo el Edén.

Una apuesta, ¿pueden los humanos, la creación perfecta, caer ante el tabú que les hemos impuesto? Sariel lo creía imposible, en ese entonces, no era él quien lideraba a los ángeles, sino Mihael, todos lo creían imposible, menos cierto grupo de ángeles, la mayoría formaba parte de su séquito no-oficial. Todos se habían sorprendido al ver que Semyazza compartía su opinión, los dos no solían llevarse bien. Un choque constante de vanidad,  aunque la vanidad no fuera precisamente lo que definía a Semyazza, sino  su astucia.

Cuando vio la sonrisa de Lucifer, ganador en una tierra de pecadores y asesinos, se sintió verdaderamente iracundo. Semyazza, a su izquierda, posó una mano sobre su hombro, como si supiera exactamente lo que pensaba hacer. Destruirlo  todo. Destruir a todos los malditos humanos que habían caído ante el pecado, entonces tal vez Jael pudiera servirles más tarde, después de todo tal como le habían ordenado a Set, su padre, y él a ella, había obedecido la orden de salir de la aldea natal de Adán y formar una nueva aldea en otro lugar.  Tal vez harían ver como la súbita muerte de los setenta humanos restantes había sido culpa de Satán.

 Semyazza tenía una idea diferente. ¿Por qué hacer eso si en generaciones futuras de todas formas Lucifer tentará a alguien de nuevo? Dejemos a los humanos a los que Lucifer tiró consigo a las profundidades del infierno libres, dejémoslos y hagamos un ejemplo de ellos. Imagina, le había conferido mediante telepatía, lo que haría, en forma de miedo, el conocimiento de que ya en el pasado Caín había matado a su hermano y fue castigado por nosotros. Ahora, Absalom, el insolente y terrorífico Absalom, mató por si solo a dos tercios de la población de la aldea porque hizo un pacto con el demonio. Él y su secta siguen rondando por la tierra, forzados a vagar como nómadas. Jamás dormirán, pues las voces de la gente a la que asesinaron los persiguen. Jamás morirán y verán cómo sus cuerpos decaen hasta que no quede más que hueso en sus cuerpos. Jamás amarán de nuevo, no habrá en sus vidas más que la terrible sensación de pérdida, de nunca tener un lugar al que regresar, de siempre tener que oír los lamentos de las almas en pena.

Semyazza, como Lucifer, era bueno con las palabras y Sariel, iracundo, no tuvo otra opción más que hacerle caso. Un enfrentamiento contra Lucifer sería terrible.

“¿Estás feliz con lo que has logrado Lucifer? ¿Feliz porque puedes mentir a unos humanos y causar desgracias? No has demostrado nada, además de que el alma humana es corruptible y que lo que más necesitan es a un pastor. Fuimos descuidados y tú te aprovechaste de eso, mas esta será la última vez.”

“¿Siguen en negación en el cielo? Castigaron a los humanos al mandarlos a engendrar en el infierno,  a estar en contra de la tentación animal, a su curiosidad natural, permanentemente, para satisfacer su ideal; al traer vida en este mundo no tienen otra opción más que dar vida por ello, si la mujer no tiene suerte y si la tiene, igual ha de sufrir. Y el hombre no es más que un esclavo de la lujuria y de la rabia, pocos hombres tienen la voluntad de luchar contra sus instintos. ¿Dicho todo esto, siguen apelando por una bondad intrínseca? No hay tal cosa.”

No podían hacer otra cosa que aceptar que Lucifer había ganado, que habían perdido fuerza en el Edén, pues una escuadrilla de ángeles había desertado, convencidos por lo que Lucifer había mostrado. Había confusión en el Edén…  Se había llegado a un acuerdo, Semyazza y Lucifer habían negociado, ya que Sariel se negaba rotundamente a decirle algo a éste. Los humanos de Lucifer se irían de esa aldea, ya habían causado mucho mal. Jael y los que creyeran en ella, seguirían viviendo sus vidas.  Lucifer lo aceptó, ¿qué más podía pedir que un culto en su honor? ¿Una herramienta perpetua libre para su uso? Absalom no tardó en sanar, estaba molesto por haber cedido su lugar de nacimiento, mas Anah lo convenció de que era lo mejor.

La historia de Absalom, narrada por Jael, fue digna de pesadillas para muchos. Las generaciones pasaron y el nombre de Absalom se fue perdiendo. El mito cobraba vida, los actos de él eran exagerados hasta un límite terrorífico e inhumano. Al principio, retratado como un horrible y cruel humano, más tarde como Lucifer disfrazado de humano tentando a todos en la aldea, brindando a la empatía humana como su propia arma. La última fue la versión que caló en la historia.
Por otra parte el culto de Satanás, tras largos años como nómadas, se estableció finalmente. La verdad era la base de todo. Hablaban tanto de lo malo como de lo bueno de Lucifer,  de los ángeles del Edén, de Dios. La brujería  era la norma, pero también lo era al no hacerle daño a los demás con ella. El usarla por el bien, más por sus propiedades curativas que por posibilidad de hacerle daño a alguien. Por supuesto, entre los humanos siempre están los osados, los que ven en su egoísmo un camino que labrar.  Pero Absalom vivió una larga vida y no perdonaba las faltas, se le tenía miedo y mucho más respeto. El viejo monarca sabía las maneras de los ángeles caídos, conocía bien las tretas de Lucifer y de los ángeles del Edén. La presión de Lucifer había pesado en algunas de sus decisiones, pero el culto no era exactamente lo que éste había planeado. Vio tres generaciones pasar tras sus ojos, a su hijo morir, a su nieto morir y finalmente, murió él, teniendo su bisnieto cuarenta años.

El viejo monarca sabía las maneras de los ángeles caídos, conocía bien las tretas de Lucifer y de los ángeles del Edén. La presión de Lucifer había pesado en algunas de sus decisiones, pero el culto no era exactamente lo que éste había planeado.

Entonces, una nueva marca fue dada y un nuevo orden en el culto empezó a sobrescribir lentamente las leyes de Ab. Absalom había probado ser más que una herramienta, pero con su muerte los ángeles caídos pudieron torcer el orden de jerarquía. Su séquito no sabía cómo responder ante las sugerencias, órdenes, de dichosos ángeles caídos.  El culto de Absalom se volvió el verdadero culto a un siniestro Satán que Lucifer quería.  

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