Cristiano Amor I

Cristiano Amor


I

Christian Morr, Cristiano Amor, nació en la calurosa Iquitos pero a los 3 años se trasladó a Lima. De la selva no recuerda nada salvo los mosquitos. Hubo muchísimos cuando vinieron por su padre. ¿4 o 5 policías? ya no recuerda. Tú no vas decir nada de nosotros, nada. Si no te mueres. ¿Lo estaban apuntando con un arma a él también? Fue su primer contacto con las armas. No se asustó, no. Sintió más bien curiosidad. Cristiano, no, gritó su madre, a él no, tómame a mí, viólame a mí, gritaba su madre y él tuvo un impulso sobrehumano de acercarse al arma para sentir aquella frialdad del fierro. Mátame de una vez, hubiera dicho, ¿no? me confesaría entre risas. ¿Qué había pasado? Mi padre estaba involucrado en la falsificación de firmas del ex presidente japonés y como había caído gracias a los videos de su asesor narcisista toda la gente que lo ayudó de alguna manera en su re-relección peligraba. ¿Fue ahí donde se dio aquella amnistía masiva a los militares?, me preguntó mientras apagaba el pucho en el suelo de su celda. Me encogí de hombros. Huevón, me tienes que sacar. Con el cambio de gobierno antes de lo esperado por la repentina muerte del Presidente anciano, la hija de aquel ex presidente que originó su desgracia, el sino de su vida, había salido elegida para sorpresa de todos. ¿Cómo? Hasta ahora las cosas no estaban claras. Decían que el Presidente había muerto envenenado por manos de ella. O de sus secuaces. O que simplemente el poder acabó con su vida. ¿La vejez? Las circunstancias no estaban claras. En el ínterin su vicepresidente convocó elecciones a la semana y fue ella, la hija del reo ex presidente, la única que se presentó. Si bien hicieron elecciones y hubo más del 30% de votos viciados, ella ganó. Ganó por defecto. Y, curiosamente, lo primero que hizo fue perseguir a todos los que habían ayudado directa e indirectamente a su padre. Y a ella. ¿Otra vez, Andrés? Pensaba deshacerse de toda evidencia que la incriminara seguramente. Ahí cayó Cristian. Pensaba, seguro, no cometer los mismos errores que su padre. El ex asesor murió en menos de un mes de la asunción de su nuevo cargo de mandataria. ¡Por fin lo había logrado, tras tanto intentos, padre! Ella lo sería en el bicentenario de la patria y por cómo iban las cosas Cristiano ¿pasaría preso todo ese periodo? ¿Cómo se libera a alguien acusado de traición a la patria? ¿Qué se argumenta ante leyes con nombre y apellido? ¿Qué se hace en el caos campante? Quizá era su merecido por todo su abultado prontuario. El juez siempre me pregunta si no quiero confesar, Christian. Que me reducirían la pena, habla nomás, oye, pero sé que si lo hago será para que atrapen a los demás y ahí sí estaré en problemas: dos bandos querrán matarme. Ya no solo me cuidaré de ella. ¿Tan importante es un mero criminal?, pensé, que su vida tiene que ser custodiada incluso en prisión. La dama de los tósigos acabaría con su vida ni bien terminase de hablar: ya no sería útil. Un mero estorbo. Había que ganar tiempo.

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