Captura y muerte de Muamar Gadafi

Recuerdo vagamente este día. Hace un año, yo recibí la noticia un tanto sorprendido, en especial cuando mencionaron la parte en la cual intentó esconderse por las alcantarillas luego de ser herido. Hace un año, Muamar Gadafi fue capturado y asesinado por "rebeldes". Hoy, la ficción trata sobre sus últimos instantes. Así que disfruten la lectura.


Asesinato de un ideal retorcido


¿Es realmente cierto que todos los humanos valemos lo mismo? Si es así, las muertes de algunos llamados “héroes” o “villanos” no  hubiesen afectado el curso de la historia. Pero no es así... Algunos humanos  cargan entre sus hombros los ideales de muchos otros, convirtiéndolo en alguien muy valioso. Es por eso que se han planeado asesinatos y secuestros a personajes específicos. Su muerte debilita a sus seguidores, les arrebata las esperanzas, la energía.


Huyendo de sus perseguidores, los cuales les pisaban los talones, Gadafi sintió por algunos instantes el miedo  a  la muerte. Tan sólo duró algunos instantes, ya que su propia existencia, su lucha, desafiaba a las grandes esferas del poder del mundo. Esta idea era la única que le permitía aferrarse a la vida y a la vez, liberarse del temor a la muerte. 


Gadafi y sus hombres decidieron escapar hacia el lugar idóneo para resistir. El lugar en donde nació. El lugar que protegería los ideales que él representaba. Sirte. El líder esbozó una leve sonrisa mientras imaginaba las calles de Sirte. El olor que impregnaba. Su gente. Cerró los ojos y ya se sentía en ella.
La imaginación del hombre fue bruscamente interrumpida. El sonido de los disparos, esta vez tan cerca que pudo sentir algunos en su cuerpo, lo volvieron a la realidad. La bestia no la dejaría llegar a su última esperanza. La bestia arremetía con su gran poder. Mordiendo, arañando, destruyendo.

Gadafi conocía el poder de la bestia. Desafió indiscriminadamente a la bestia. Si no hubiera sido por la intervención de esta, los rebeldes poco o nada hubiesen hecho. Los rebeldes eran para Gadafi, un montón de idiotas que no comprendían su ideal. Para él, una piedra vale mucho más que todos esos necios juntos. La bestia era distinta. Su increíble poder era indiscutible. Su capacidad para arrasar todo lo que encontraba a su paso era una realidad. Y aún así lo hizo.

“Aún no me toca morir”, se dijo a si mismo, mientras escapaba con algunos de sus guardaespaldas.
La bestia lo había cercado, inclusive lo había herido. Pero eso no era suficiente. Su ideal le permitía soportar el dolor de las heridas por el tiempo que fuese necesario. Ideal que también lo preparaba para tomar las decisiones más peligrosas, soportar los olores más nauseabundos, la oscuridad más perturbadora.

Y lentamente el mundo se desvaneció frente a sus ojos.



Al volverlos a abrir, su libertad le había sido privada. Esos idiotas que no comprendían la verdadera razón, los que prefirieron ser devorados lentamente por la bestia, ellos lo habían capturado. Si el representaba los ideales de muchos, entonces las probabilidades de ser asesinado eran bastante altas. Aferrándose desesperadamente a la vida, suplicó que no se le dañase. De nada sirvió

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