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jueves, 8 de enero de 2015

La Operación Auca y los otros ojos

Hola, hola, hola. En este momento están todos ustedes ante el primer post del año, y también la primera ficción en el blog este 2015. Aplausos, por favor... Bueno, la razón del post de hoy es un acontecimiento recordado con el nombre de "Operación Auca", una misión evangélica que intentó contactarse con los indígenas huaorani, de Ecuador, pero que terminó en tragedia debido a problemas de comprensión entre culturas (los cinco misioneros fueron asesinados). El caso es conocido y contado comúnmente desde la versión evangelizadora, colocando a la religión o su carencia como el corazón del problema, lo que ha convertido a estos hombres, con el tiempo, en mártires. Sin embargo, será justo—para nosotros y para los waorani de ese tiempo— pensar en el problema al margen de la misión y del modo en que entendían su labor religiosa estos hombres. Ahí vamos...


.+.+.+.+.+.+. Wao.+.+.+.+.+.+.

Este pequeño mundo termina en los límites del bosque. Unas pequeñas manos recogen la tierra y la elevan. La tierra cae y el pequeño observa. Abre y cierra las manos sin entender por qué se le escapa esa parte del mundo que, sin embargo, lo sostiene a él y a todos los seres del bosque. Por qué parece que se deteriora. Los wao de más edad probablemente comprendan su fortaleza en su capacidad de regresar a sí misma, o quizá nunca le hayan prestado atención alguna a este hecho.  El niño probablemente lo olvide pronto, cuando comience a hablar y a reconocer a los suyos con más cuidado. Cuando entienda su historia y la del mundo más allá del bosque, quizá vacío o en caos o corrupto, un mundo de miedo, con bestias y sin una verdad clara. Un mundo que tampoco se preguntaría por la tierra escapándose entre sus dedos. Cuando comprenda que la maldad de este mundo tiene que erradicarse o hacerse pagar para evitar que crezca y se extienda y haga más daño. Cuando aprenda a pedir permiso antes de comer, a las plantas y a los árboles y a la tierra y a los animales. Porque entonces tendrá la respuesta inevitable ante las hostilidades de los cowode, los hombres que vienen de afuera, que no son del bosque y que les demostraron a sus antepasados que tampoco eran buenos.

Y cuando este niño vea un avión sobrevolar su pueblo o sea él mismo el hombre a bordo, amistado con los cowode, emocionado por ver como las aves, no podrá si no aceptar que su destino era morir. Pero tampoco podrá dejar de preguntarse por qué, más allá del bosque, tendría que ser todo maldad. Quizá entonces recordará la tierra cayendo y al ver al horizonte buscará un lugar imaginado en el que la tierra no asiente ni sostenga a los seres. Si habrá un mundo más allá del bosque, y si de hecho lo hay, cuál será el lugar de un wao en el medio de todo.

.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.
Bien, eso es todo. Espero que les haya gustado. Saludos :)

domingo, 27 de enero de 2013

Apollo 1

El 27 de enero del año 1967 se incendió la cabina del Apollo 1, la primera misión tripulada del programa Apollo, que comenzaba a realizar estudios para el histórico alunizaje realizado dos años después. En este accidente murieron el comandante Virgil Ivan "Gus" Grissom y los pilotos Edward White y Roger Chaffee. Según he leído, todo sucedió tan rápido que no tuvieron opción para escapar. En 17 segundos el fuego los había consumido. En fin, sobre eso es que trata lo que sigue. A ver si les gusta.


.+.+.+.+.+.+. Simulacro.+.+.+.+.+.+.


"Es como suero de leche agria", dijo Gus. Hacía poco que había comenzado a sentir el extraño olor en el aire al interior de la cabina. "OK. Procederemos a tomar una muestra". Y así lo hicieron. "No hemos hallado nada Grissom, ¿todo en orden?", "Todo en orden". "Vamos, chicos, nos hemos retrasado, vamos a retomar el simulacro. Es importante para la verdadera misión". "Oye al tipo del monitor, Roger, su cabeza nunca ha estado en el espacio, pero sabe lo que dice". La broma de Ed hizo reír a todos, incluyendo a Roger, que, a pesar de nunca haber estado en una misión espacial real, entendía que el humor de su compañero estaba dirigido al hombre del monitor más que a él.

De izquierda a derecha: Virgil I. "Gus" Grissom, Edward White y Roger Chaffee

"Comenzando la cuenta regresiva", escucharon. "10, 9, 8", las escotillas se cerraron y acoplaron a la nave. "4, 3, 2, 1". Los tres compañeros sonreían, pero se tomaban muy enserio el ensayo. Tal como lo había dicho el hombre del monitor, era necesario comprobar la capacidad de la nave para funcionar separada de los cables y conexiones que la unían a la Tierra.

El sonido de una alarma les cambió el semblante. "¿Qué es eso?", preguntó Roger. "El maldito oxígeno".

"¡Mierda!", el hombre del monitor gritó. El simulacro tendría que detenerse. "Arreglaremos eso en unos minutos".

La cabina cerrada herméticamente era como un universo aislado del planeta, y quizá hasta del mismo universo. "Hola, hola, Hola, ¿me copian?". "Es una mierda", dijo Ed, "ahora falla el micrófono, no nos escuchan". Gus, Ed y Roger contemplaban cansados trabajar al hombre del monitor, levantaban un brazo, lo bajaban, Ed comenzó a cantar en algún momento y no tardaron en aparecer las bromas.

"¿Suero de leche agria? Gus, hermano, tienes una imaginación tremenda, ¿qué carajos quiere decir eso?". Rieron. Gus, sin embargo, Virgil Ivan "Gus" Grissom, dejó muy pronto el humor. "¿Cuánto tiempo llevamos acá? Algo huele mal", dijo Ed. "Una eternidad". El humor, efectivamente, abandonó a Gus. No estaba loco (suero de leche agria), algo andaba mal. Desde que subieron a la nave todo había resultado un percance para completar la misión. Tenía un agudo sentido de la intuición y sabía que algo andaba mal. Confiaba en su sexto sentido, pues no le falló ninguna de las veces que voló más allá del límite en el espacio, no le falló cuando le dijo a su esposa que regresaría con ella la última vez que se fue. Pero esta vez, esta vez era diferente. No recordaba haberle dicho algo parecido. Y si lo dijo, quizá en ese mismo instante algo le punzó el corazón, como amenazándolo por meterse con el destino. "Es fuego", dijo para sí. Cuando advirtió la magnitud de su sensación lo gritó "Es fuego, ¡huelo fuego!". Sus compañeros quedaron estupefactos. Solo Ed reaccionó, y gritó también junto a Gus. Era un hombre en quien confiar y él mismo lo percibió también en ese momento. Era fuego, no cabía duda.

"Oh, dios mío, vamos a morir aquí encerrados", dijo Roger. "Hay maldito fuego en la cabina, déjennos salir. Nos estamos quemando". "Está en todos lados, Gus, está en todos lados". El fuego se acercaba a ellos. La cabina había comenzado a arder a los pocos segundos de que Gus descubriera que se trataba de fuego.

Era imposible un escape. La salida estaba frente a ellos, pero era imposible para ellos. Arderían de inmediato. Ya lo estaban haciendo, gritando y ahogándose con el humo.

Insignia de la misión con los nombres de los astronautas.

Gus se lanzó sobre la puerta y el salto duró una eternidad. Escuchó el crujir de algunas piezas y el dolor de sus compañeros. Escuchó una voz contando hacia atrás una vez y una vez más y se sintió inseguro al no estar en su asiento de la cabina. La nave estaba a punto de despegar cuando Gus escuchó otras voces. Eran hombres que no conocía y que parecían ajenos al dolor a causa del fuego. Eran hombres que no eran reales, productos de su imaginación. Gus alucinaba con que iría al espacio una vez más y creía recordar haberle dicho sinceramente a su esposa que volvería a salvo. Se mentía burda e infinitamente mientras escuchaba nombres desconocidos y risas y cuentas regresivas que le copaban la mente por completo. Escuchó mil cosas de estos muchos hombres que se aparecían frente a él, y frases esperanzadoras de que por fin llegarían a la Luna. La cuenta regresiva, una de las muchas o quizá todas al mismo tiempo, las verdaderas y las simuladas, corrieron en su mente y la bandera de Estados Unidos en un suelo árido y accidentado le golpeó la conciencia. Solo él podría imaginar esas cosas. Solo él, un tipo que se atrevía a jugar con el destino, a ponerlo a prueba engañándose a sí mismo de que todo saldría bien. Patrañas, pensó. Y con este pensamiento el conteo llegó a cero y volvió a tocar el suelo y a sentir que se asfixiaba.

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Bueno, señores, aquí se terminó. Que tengan buenas noches [ D; ]