Annie Hall: La incapacidad de ser feliz


Lo he decidido, oh vaya que lo he decidido. Abandonaré todo proyecto anterior, primero me despediré de Isabela, sencillamente descubrí que trataba de imitar a otros escritores, nada más inauténtico; aunque... me sirvió de práctica. Últimamente el cine ha captado mi atención. Demasiado. Así que he decidido dedicarme exclusivamente, en este blog, a postear mis apreciaciones sobre películas que haya visto. Quizás de esta manera les entusiasme a ver algunas o volverlas a ver. Bueno, esta será la primera.

Annie Hall: La incapacidad de ser feliz.
Casualidades fueron las que me llevaron al posterior visionado de esta película. En una exposición dedicada a McLuhan, en una de las computadoras que tenían videos referidos al personaje homenajeado, se encontraba un breve clip que llevaba como título Annie Hall. Nunca había escuchado de esa película, en ese momento ni siquiera sabía que era una película, mi única pista era que en la imagen inmóvil que siempre se muestra antes de poner “play” se encontraba un personaje conocido: Woody Allen. Reproduje el video. Woody Allen se encontraba en una cola de cine junto con su novia; detrás de ellos, un hombre le comentaba a otra mujer sobre asuntos intelectuales, menciona a Becket, menciona a McLuhan. Allen se muestra muy irritado, él solo quiere ver la película no que le den una lección en plena cola, se queja con su novia y esta a su vez trata de calmarlo pero termina discutiendo con él. Woody no puede con su genio y sigue quejándose, ¿con quién? Con nosotros -un detalle que captó mi atención-; el aludido en las quejas también alude a su derecho de hablar. A lo cual Woody replica: “Usted no sabe nada de Marshal McLuhan”. Paso seguido trae al teórico, que curiosamente andaba por allí. McLuhan, en efecto, ratifica lo dicho por Allen. “Si la vida fuera así”, con estas palabras finaliza Allen la escena.
Annie Hall, considerada una de las mejores películas del director neoyorquino, ganadora de cuatro premios Óscar, se presenta como el retrato de un comediante neurótico llamado Alby Singer (interpretado por él mismo) y la relación que mantuvo con Annie(Diane Keaton, una de sus musas). Cuando la película empieza, la relación ya ha concluido, la primera escena se limita a un primer plano de Alby mirando a la cámara, dando la impresión de estar hablando con nosotros, en efecto, eso es lo que hace. Mediante una especie de introspección empieza a narrar momentos de su infancia, no lo hace desde un punto de vista pasivo, en una escena se le puede ver sentado ya de adulto junto con sus compañeros de primaria; y al ver cómo le castigan de niño por haber besado en la mejilla a una compañera le replica a la profesora: “Solo expresaba una curiosidad sexual saludable”. Lo cual da pie a una discusión con su profesora y demás compañeros.
Y es que cada vez que recuerda, reflexiona sobre cada uno de los capítulos de su vida. No lo hace desde un punto de vista serio ni mucho menos depresivo; todo lo contrario se burla, ironiza: después de todo Alby es un comediante. Ese constante recordar no se da de forma lineal, en un momento puede recordar sus relaciones pasadas producto de una conversación con Annie, para al siguiente pasar al momento en que la conoció en un partido de tenis. Pequeños momentos que van armando un todo. Otra de las cosas llamativas de esta película es el aprovechamiento que tiene Alby de sus recuerdos, se puede observar esto en la naturalidad con que la que Alby conversa con las personas de la calle de asuntos personales; lo que llama la atención no es el que lo haga sino que las personas estén perfectamente informadas de su situación e inclusive aporten datos de los que es imposible que estén informados.
“Nunca me haría miembro de un club que tuviera un tipo como yo”. Un chiste del comediante y actor Groucho Marx que en sus propias palabras resume sus relaciones con las mujeres. Y es que Alvy es un personaje complejo e inteligente; obsesionado con la muerte; contradiciéndose sí es necesario para que tenga la razón; marcado por el pensamiento de Freud; desconfiado, cierto complejo de su ascendencia judía le lleva a analizar lo que le dicen en busca de un posible ataque. Annie por otra parte es una mujer alegre, sencilla, con cierta inseguridad que le hace dudar de sus capacidades; y con una forma de vestir peculiar: camisas, pantalones de tela y saco son parte de su indumentaria. Pese a estas contradicciones Alvy la ama tal y como es, algo de lo que se da cuenta cuando se haya solo de nuevo. Quizás atemorizado por sus dos fracasos matrimoniales anteriores es que intenta moldear la forma de ser de Annie a su gusto. Le paga clases en la universidad para culturizarla, pues la considera tonta pese a que lo niegue; y la incita a seguir una terapia con un psicólogo tal y como él lo viene haciendo desde hace quince años. Todo termina con una Annie perfectamente conocedora de sí misma y capaz de disfrutar de la vida: Alby, con su incapacidad para ser feliz ya no es lo que ella quiere.
La película es a su vez una especie de biografía, Woody Allen y Diane Keaton fueron pareja en la vida real, y una de las cualidades que Woody resaltaba de Diane era su sentido del humor. Es precisamente ese carácter emocional tan verdadero, esa capacidad de describir las relaciones sin necesidad de alegatos de dramatismo exagerado lo que hace grande a esta película. Por momentos reflexiva; por momentos divertida,así es Annie Hall.
La escenita que mencioné en un inicio:

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