Transmetropolitan.

Personalmente, cuando termino de leer un libro o cómic que me agrada mucho, que tiene un personaje sobresaliente, siento el fin como un adiós. Un adiós al personaje, a sus ocurrencias, a lo que vivió. Es como si muriera, y no está muy lejos de la verdad esta última comparación. Solo tendremos la reminiscencia de lo que vivieron, anotado, como en la biblia. Y… pierdes un amigo.
Si lo vemos de esa forma, los que leemos hemos perdido a grandes amigos a lo largo de nuestra historia. Amistades cortas, fugaces, pero que tal vez te aportaron más que lo que otras, más humanas, más acordes a nuestra realidad, nos han enseñado.
De esta forma les comienzo hablando porque cuando terminé de leer Transmetropolitan sentí que perdía a un amigo, el protagonista, Spider Jerusalem… Estoy seguro de que no habríamos sido amigos, él es la esencia de lo que todo político debe odiar en este mundo. La libertad  de expresión hecha humano… pero es un gilipollas a nivel máximo. Un maldito al que no le importa tener la razón, le importa burlarse de ti y reírse en tu cara. Así es Spider Jerusalem, un antihéroe que tiene mucho de héroe.
Transmetropolitan, ¿creen que se me escapó esa palabra? No, para nada. La escribí muy a propósito…(Esto ya es una desviación, lo que sea), lo hice a propósito. Transmetropolitan es un cómic genial, con una trama muy sucia… digamos como de “Novela negra”. Con personajes que tienen la línea del bien y el mal difuminada pero que buscan un equilibrio. Normalmente es venganza, en nuestro caso no lo es, es un fin, digamos, más “puro”. Y eso que nuestro personaje no lo es… Fue escrita por Warren Ellis, un inglés, y dibujada en su mayor parte por Darrick Robertson. Muy genial cómic, en serio, muy genial cómic (o novela gráfica, si te parece más elegante).
¿Por dónde comenzar? Odio hacer reseñas, en realidad lo amo… mas el orden me jode un poco. Bien, el cómic está situado en USA, que ahora es un país tercermundista. Lo oyeron bien, tercermundista… Además de eso, la sociedad está mil veces más podrida de lo que está ahora. Todos los defectos que vemos en la calle están multiplicados, al menos, por mil. Es una sociedad distópica, una sociedad que ha perdido todos los valores que había formado al hacerse sociedad y que los ha vuelto una cruel burla de lo que eran. La tecnología ha avanzado sorprendentemente y nos lleva a un mundo en el que hay pistolas que causan diarreas, que pueden provocar incendios, etc. Estamos en un mundo en el que puedes escribir en directo (como bien se ve en el capítulo dos, creo)…
En fin, que el ambiente es una obra de arte que merece una medalla de oro. El arte de Robertson a la vez lo representa igual de bien y eso hace una hermosa suma que demuestra que dos más dos es pez.
Sobre la historia. Hmmm… La historia está trazada a pulso, todo comienza muy tranquilamente, al punto en el que no sabes a dónde va todo. Tenemos a un escritor loco como protagonista, pero ¿a dónde nos piensa llevar este desquiciado?  Todo se va trazando lentamente. A veces nos muestra un poco la ciudad y comprendemos un poco más el entorno, otras nos hablan un poco de su pasado… y otras, avanza la historia como tal, pero todo aporta algo.  Sin embargo, la historia también es el personaje y su desarrollo. Nos hablan de su pasado, pero en el presente parece que sufre lo mismo que le hizo sufrir su huída a la montaña (porque huyó a la montaña, y esto no es spoiler(de verdad)), todo nos va llevando lentamente a un personaje que es en cierta forma débil. Débil porque ama lo sucio de la sociedad y no quiere que la jodan, porque aunque odia todo de ella, la protege porque quiere que mejore. Es un tanto romántico, a su estilo, claro; rústico y sucio, extravagante y gilipollas.
Warren Ellis nos trata como le da la gana, pero con el sumo cuidado de un artista, lleva la historia de maravillas, a mí me encanto cada parte de Transmetropolitan.
Finalmente solo les tendría que decir que si les encantan las tramas torcidas. Las sociedades cyberpunk. Los antihéroes, lo sucio de la ciudad y las drogas, es su cómic por excelencia. Búsquelo, porque no lo encontrará en sus salas de cine más cercanas. 

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