Madame Butterfly y Lady Chrysanthème I



Amiguitos, amiguitas y pequeños camaleones, decidí joder una historia haciéndola una "ópera espacial", resístanme, por favor, soy un idiota. Basada en una ópera, basada en un relato, basada en otro relato y tal vez basada también en cartas... Madame Butterfly es más conocida como una ópera trágica, o como la inspiración para el album Pinkerton de Weezer. Así que decidí escribir algo en su honor, disfrutad y bebed de la sangre de una mariposa:


 Lady Chrysanthème(1era parte)




“Para Trouble Pinkerton,
La forma correcta de hacer esto sería disculparme por mi ausencia y excusarme por ser un pésimo padre.  La verdad es que nunca fui un padre y nunca me gustó disculparme, ¿cuál es el sentido de disculparse? Sé que Giacomo nunca te contó sobre mí, lo hubieras odiado a él y hubieras venido lleno de rabia buscándome, probablemente me habrías matado. O  no, no te conozco, a pesar de que eres mi hijo. No tiene sentido, ¿cierto? Enviarle una carta a tu hijo, luego de tantos años, con este tono tan tristón. Iré directo al grano, cuando te den esta carta, estaré muerto por una sobredosis, quiero escapar de la miseria y las malas decisiones (tú eres una de ellas, ella fue una de esas).
Esta frase se me ocurrió hace un tiempo y supuse que sería la mejor forma de que conocieras la historia de tu madre y tu padre. Naciste del capricho entre un petirrojo y una mariposa. ¿Suena pomposo, no? Bueno, tu nombre también es extravagante… yo nunca te habría puesto un nombre tan ridículo, pero ella apenas sabía inglés. Puede que te des cuenta de que ese inicio suena hermoso para como transcurre la historia, conoces el final, después de todo.  También podría comenzar de esta forma: esta es la historia entre una prostituta y un marine que fue seducido por ella, o esta es la historia entre una geisha enamoradiza y un desgraciado que la engaño con sueños de grandeza. Tu madre, a quien apodaban Madame Butterfly en el cabaré de Giacomo Puccini, venía de una familia rica. Era una cantante impresionante, bailaba igual de bien, se expresaba con la más pura fineza… pero en la Confederación Asiática de Planetas son retrógrados.  Tienen una vista tradicional de todo que fue deshecha ya hace cientos de años por otros planetas asiáticos que están mucho más desarrollados, pero esto ya lo sabes. Ella no quería un matrimonio arreglado, quería enamorarse, quería ser una actriz, una cantante…  sueños de grandeza. Y su familia la botó de la casa, tenían a otras hijas, ¿para qué quedarse con la oveja negra, con la que no obedecía todo lo que decían? La dejaron en este cuadrante de planetas de mayoría asiática que están al borde de la pobreza y aún así mantienen la esperanza en el honor de una cultura antigua.
Entonces, llegué yo. Un soldado ya retirado de la Unión Anglosajona de Planetas. Tenía dinero, una buena pensión, estaba finalizando mi treintena y la vi en ese sucio cabaré (si Giaco lee esto se enfadará, pero para esos entonces era un bar de mala muerte), brillando entre la mugre.  La besé apenas salió del escenario, Giaco la felicitaba por su actuación tras bastidores y yo la besé, la solté tras un corto beso. Ella estaba completamente pasmada, no sabía cómo reaccionar, me cacheteó, me insultó… dijo toda clase de cosas que podía decir una pequeña mujer asiática. Tenía un carácter débil, te dabas cuenta de que actuaba molesta, era una romántica… aunque le hubiera jodido ese beso sorpresa, fue casi el desenlace ideal. Yo no sabía esto, solo soy un mujeriego estúpido. La besé por impulso, la empecé a conocer y le impuse mis creencias porque me pareció lo más racional y ella había aprendido a odiar las creencias que le habían impuesto sus padres. Simplemente, fue un desenlace natural, ese falso amor… un capricho y ya está. Uno que con el paso de los años se ha vuelto mi más grande pecado, ha desgastado mi corazón hasta dejarlo hecho mierda.
¿Por qué le hice eso, es que no sabía amar? 
Es una buena excusa, escúchala. Venía de la guerra. En mí no había más que desenfreno, mi fuero interno, mi psiquis, estaba vuelto un desastre. Y ella era jodidamente hermosa, un capricho vuelto realidad, un amor rápido y veraz que se consumía a través de nuestra pasión. Yo la quería, con su delicadez, con su inocencia, con su rabia… todo comprimido en su pequeño corazón, y aún así era muy influenciable. Era dulce, ella… solo… no sé, ¿quería creer en alguien? No tengo ni puta idea, pero decidió creer en mí y eso la jodió. Y posteriormente te jodió a ti.
Estuve tres años con ella en una relación que se definía por lo sexual, luego, desesperado por la tranquilidad que sobrecogía al planeta de mierda en donde está ese sucio cabaré… Todo se sentía falso, me sentía un actor en una obra que no me correspondía. Así… le dejé una carta, y dinero y le dije a Giacomo que la cuidara. No sabía que estaba embarazada, no creo que hubiera cambiado nada, si acaso habría huido todavía más rápido.
La carta decía algo sobre… que mi gente me necesitaba. Mi familia  estaba preocupada por mí, les haría una visita (esto tenía algo de verdad), estaría como mucho un año por ahí (genuinamente creí esto, quería aclarar mi mente y luego terminarlo todo, si me decidía). Y, en mi alma de poeta..., le dejé un recuerdo. Le dije:
“Volveré cuando el petirrojo ponga su nido, mi amada mariposa.” O algo por el estilo. Siempre me han gustado los petirrojos, así que, si ella ha de ser una mariposa, yo he de ser el petirrojo que la mató.
Sobre lo que pasó después de eso, sé poco. Giacomo me contó sobre ti, sobre lo deprimida que Cio-Cio estaba. Solo dejaba a su querida amiga Suzuki acompañarla… Cio dijo, según Puccini, en uno de sus actuaciones más hermosas:
“Hoy tu nombre es Trouble, hijo mío”, refiriéndose, probablemente, a la tristeza que sentía en su corazón o a cómo ese problema que era ser una madre soltera, tener un hijo, me obligaría a ir hacia ella, trayéndole felicidad… “Pero para cuando llegue tu padre, hijo mío, serás Joy, Joy Pinkerton. Por la forma de ser pragmática de tu padre, seguramente me regañará, dirá que te estoy destruyendo con ese nombre, pero verás todo es una treta entre él y yo.” Todo esto, porque no quería que tuvieras un nombre asiático.
Envié una segunda carta, haciendo como si Cio-Cio se hubiera olvidado de mí, que tal vez lo mejor era que siguiera con su vida, las cosas eran complicadas. Excusas. Eso, asumo, la destruyó. Te dejó de ver, me dice Giaco en otra carta, que se aisló de todos… y un día, después de no saber absolutamente nada de ella (la luna era una sonrisa abyecta, me cuenta en la carta),  se tiró de la azotea. La mariposa intentó volar, pero ya no tenía alas…  Y es mi culpa, Trouble. Lo admito.
Me hubiera gustado estar ahí y evitarlo todo, con mi consciencia actual… sin embargo con el ruido y la suciedad en la que lo veía todo en esos tiempos, habría sido incapaz de entender nada. Su suicidio me pareció estúpido, un acto melodramático. No entendía por qué alguien se suicidaría por mí, ese era un punto de vista egocéntrico… Ella no se suicidó por mí.
Eso es todo. Me han dicho que tienes una bonita nave llamada Butterfly, cuídala.
B.F. Pinkerton”
 Giacomo Puccini le había entregado esa carta hacía ya siete meses. Esa era la primera vez que la leía. Estaba en su nave, no sabía dónde demonios. La resaca amartillaba su cabeza, sus sentidos estaban atontados. La leyó, como si fuera necesario leerla en ese momento, y recordó: Liz. 
Segunda parte

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