Poco se sabe de la mujer que le dio un
lugar en su corazón a dos de los escritores irlandeses más populares y leídos.
Oscar Wilde fue su novio, Bram Stoker se casó con ella. Sí, el escritor de la
versión del vampiro más conocida y admirada le robó la novia al encantador,
frívolo, elegante y aun así sensible y romántico Wilde, adorada y perversa
influencia para adolescentes de todas las épocas.
El dragón, la rosa y el ruiseñor
—Madre, no voy a poder hacerlo sin ti
y lo sabes. No lo digas, no es necesario
mentir, no volverás, sabes que no es cierto. Después de renunciar a tu cuerpo
te costará mucho volver, ahora Bram es parte de la Aurora Dorada, dedicará
buena parte de su energía a evitar estos encuentros. Sin duda puedo afirmarlo,
si estás aquí es porque él lo ha permitido. Debe haber pedido a los suyos que
te dejen despedirte, no volveremos a vernos, mamá.
No sabía que escuchaba tras la ventana,
tal vez por eso se permitió hablar con desenfreno y pasión hacia una madre
invisible a la que ni siquiera le dejaba silencios para que pudiera contestarle.
—Madre, nadie entiende mi labor, se
dejan seducir por la belleza superficial, pero no ven más allá. Nadie descifra los
símbolos, adoran mi vanidad, se divierten con el personaje excéntrico en que me
he convertido, pero nadie se arriesga. De qué sirve tanta belleza si no puedo
permanecer al lado de ninguna criatura amable. Madre, yo amaba a Florence como Zeus
nunca amó a mujer mortal. Bram se la llevó. ¿Cuál, qué? No sé de qué hablas,
qué planeta, qué parasito sangriento, no lo entiendo. ¿Qué dragón? Hice cuanto
debía, hice lo que tenía qué, no me distraje tanto, no me perdí por completo.
¿Acaso los fantasmas se comunican por
telepatía y es por eso que su conversación me parecía un monólogo insensato? No
lo sé, es poco lo que pude escuchar, después de que la voz de Oscar se hiciera
aguda y se mezclara con gemidos perdí el conocimiento.
—Yo la amaba. No puedo ir allá, me cuesta
tanto respirar el aroma de Florence en Irlanda, Eco me susurra su nombre en
cada esquina. Flores silvestres y flores cuyos nombres no puedo pronunciar sin
sentirme pretencioso me invitan con su aroma a recorrer en mi memoria días
suaves plagados de recuerdos dulces que oscurecen mis pensamientos y… ciertos pájaros
conocidos me reprochan el perderla ensombreciendo sus miradas. Perdí a la única
mujer que amaba y ahora Bram, el fiel amigo de la familia, mamá, está con ella.
Tienen un hijo. No entiendo, no entiendo nada, ¿qué, ella decidió y no fue que
él me traicionó?, de qué hablas, no sé diferenciar uno de otro, ¿de quién me
hablas? Madre, qué significa qué Bram encontró su camino más pronto y siempre
estuve distraído. Madre, por qué además de estar atrapado en este cuerpo, estoy
atrapado en esta celda, en este drama y no puedo acercarme a Flo y, madre, ¿qué
significa eso?, ¿es todo lo que tienes que decir al respecto?
Esto que comparto es lo poco que
recuerdo, quedó grabado en mi memoria como si fuera un castigo por haber oído
más de lo debido, tal vez la orden hermética a la que se refería Oscar me
descubrió espiando.
—Madre no puedo escribir sin amor. No,
tú no entiendes. Sabes, disfruto la belleza de este momento, me gustaría ver
como luce la luna justo ahora, sí… Sufro como un cobarde y no podría escribir
si no disfrutara esto, ¿cuál ha de ser mi camino? Exaltar la belleza del amor
perdido hasta que pueda desafiar a la muerte en la mente de aquellos que no
pueden ver más allá de lo superficial… Madre, sufriré escribiendo a ese amor y
Flo no podrá olvidar a quien la amó como ningún inmortal dragón sin vida podría.
Lo último que recuerdo de esa noche es
haber caído cara al cielo observando la bruma espesa que ocultaba que luna que
Oscar no podía ver. Cuando desperté el prisionero dormía como un niño consolado
por su madre luego de llorar mucho por haber perdido una delgada capa de piel
de las rodillas.
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