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domingo, 21 de mayo de 2017

Sangama o un viaje místico al corazón de la selva peruana

Después de estar algunos años escondida tímidamente entre mis libros y películas, un impulso desconocido me llevó a rescatar Sangama, una novela escrita por Arturo D. Hernández a la que mi abuelo ha hecho referencia toda vez que tiene oportunidad de comentar los años que trabajó en la selva peruana; según sus palabras, retrata bastante bien ese universo que siempre me pareció lejano. Pero una vez que tuve el libro en las manos me di cuenta de algo curioso: no tenía idea de qué trataba. Leí la contracara y nada. La mayor reseña que se hace de Sangama allí (y en Wikipedia) tiene que ver con su descripción de la selva y la acogida que tuvo el libro (en Perú y luego en Europa) desde su publicación en 1942 hasta aproximadamente los años 90. Pero sobre la historia que cuenta, nada. Así que, como eso es lo que le hace falta y muy poca gente parece conocer esta novela, decidí que merecía la pena dedicarle una reseña aquí en el blog. Ahí vamos.



Sangama empieza contándonos la llegada de Abel Barcas a Santa Inés con la visión de emprender una exploración comercial. Para esto, está decidido a servir al gobernador Portunduaga, quien ha impuesto su voluntad en la región a través del miedo. En su trayecto, acechado por el peligro, es salvado por Sangama, un chamán con fama de brujo en Santa Inés. Este encuentro, y la afinidad entre ambos personajes, involucrará a Abel en una expedición mística al corazón de la selva, en la búsqueda de un ídolo de oro oculto por los últimos Incas que guarda el secreto para el retorno del imperio.

A nivel general, puedo percibir tres momentos importantes en esta novela que podríamos entender como arcos narrativos. El primero, que abarca casi la tercera parte del libro, está relacionado con la caída del gobernador Portunduaga, que facilitará los planes para la expedición. El segundo momento, y el más extenso, es el del viaje propiamente dicho, con Sangama a la cabeza. La tercera parte tiene que ver con un pequeño incidente posterior al viaje, que enemista a Abel con los López, una importante familia del pueblo.

El personaje más memorable de la novela es, por supuesto, Sangama, un hombre que ha dedicado su vida a desentrañar los misterios de la selva guiado por la esperanza de sus ancestros. Su aura mística, sin embargo, no hace de él un tipo susceptible a las historias de fantasmas y apariciones que abundan en la selva, sino más bien alguien capaz de encontrarle explicación a lo inexplicable.

Además de este personaje, una de las partes que más me gustaron de la novela fue la historia de Tula, la mujer del gobernador. La resumo a continuación: luego de enamorarse del padre Gaspar y escapar con él por la furia de Portunduaga, sus caminos se separan y empieza a navegar por el Ucayali con unos aborígenes, buscando noticias del cura. En su búsqueda se topa con unos traficantes de esclavos que acababan de acometer un pueblo. Tula, impactada por la escena, decide negociar la libertad de algunos niños a cambio del costoso anillo que le obsequió alguna vez el gobernador. Tras un breve enfrentamiento con ellos, envía a sus acompañantes en busca de ayuda mientras ella espera con los niños. La historia dice que no la volvieron a ver: «Tula había sido tragada por la selva».

Creo que, en general, el tema principal de la novela es el de la búsqueda definitiva que hace Sangama hacia sí mismo, un viaje a lo profundo de su existencia por el camino de sus ancestros. Valdrá entonces para el chamán preguntarse: si esa razón que busca yace enterrada tan hondo en el pasado, ¿hace falta arriesgarlo todo, sumergirse en el pantano más oscuro y extirparla?, ¿se alzará gloriosa o fenecerá ahogada?

No puedo evitar recomendar esta novela porque ha sido una de las cosas más interesantes con las que me he topado en lo que va de este año. Y si les gustan las historias de aventuras, en Sangama tienen algo de eso, además de que conocerán un poco más sobre la Amazonía peruana. Les aseguro que no decepciona. Ahora, el problema es encontrar un ejemplar. Buena suerte.

Y para cerrar, un breve fragmento del primer capítulo:
El viajero que inició la conversación se aproximó cauteloso y me dijo:
—Oiga usted. Yo no sé dónde he nacido.
—¡Cómo! —repuse asombrado—. ¿Es posible lo que usted afirma?
—Es que tengo mis dudas. Verá usted. Yo nací hace veinticinco años, en la margen oriental de este río. Desde entonces, las aguas no cesan de “comer” por el lado opuesto, de modo que el lugar a que me refiero ha ido quedando atrás kilómetros y kilómetros.

lunes, 4 de febrero de 2013

París en el Siglo XX, por Julio Verne

Si existe un autor que me lleva gustando mucho tiempo, ése es Julio Verne. Siempre me ha fascinado la forma en que describe sus aventuras, además de su proyección hacia el futuro. Debido a esto último algunos lo consideran un profeta. También se ha ganado el título de “Padre de la ciencia ficción”. Los futuros que dibuja Verne están llenos de una luz de esperanza. Existe en la tecnología una forma en la que el hombre se desarrolla a sí mismo y es capaz de lograr grandes hazañas.


Sin embargo, no toda su obra es así. París en el Siglo XX es una de las excepciones. Es considerada la “novela perdida” de Julio Verne debido a que fuera publicada casi 100 años después de su muerte. Pero, como decía, es una excepción a esa visión de la tecnología como motor del desarrollo humano. París en el Siglo XX es más bien una obra pesimista, trágica desde el primer momento.

El protagonista de la historia es Michel Dufrenoy, un joven poeta que vive en el tiempo equivocado. Es 1960 y la literatura y demás artes se han vuelto sumisas y dependientes de la tecnología. Así, el arte verdadero se ha perdido en el tiempo y son muy pocos los que recuerdan las grandes obras y tienen la capacidad para apreciarlas. Los demás, que son prácticamente todos, viven una vida en la que la tecnología se ha convertido en una deidad a la cual adorar.


En este contexto es que el joven Dufrenoy intentará buscar una razón de ser, la manera más digna, como artista que es para sobrevivir.

A pesar de ser una novela pesimista, París en el Siglo XX es una historia que nos hace preguntarnos hacia dónde estamos yendo a parar, o si quizá estamos viviendo ese futuro imaginado por Verne sin siquiera darnos cuenta.

Pd.: Existe en esta novela una referencia a una gran red telegráfica. Muchos lo consideran una predicción de lo que sería un siglo después Internet.

viernes, 18 de enero de 2013

Los viajes de Gulliver

Hace ya buen tiempo desde que leí Los viajes de Gulliver o “Viajes hacia naciones del mundo bastante lejanas. En cuatro partes. Por Lemuel Gulliver, primero cirujano, luego el Capitán de muchos barcos”, como es su título original (sí, es bastante largo…), de Jonathan Swift. La leí arrastrado por una curiosidad salvaje, por ser una de las lecturas de las que mucho se escucha a lo largo de la vida.


La novela tiene un comienzo bastante curioso: una brevísima carta de Ricardo Sympson, el supuesto editor del libro, quien da alcances sobre el protagonista, Lemuel Gulliver, íntimo amigo suyo, y nos cuenta cómo fue que sus manuscritos llegaron a él.

Ahora bien, ¿de qué trata Los viajes de Gulliver? Es casi seguro que la mayoría de personas ha escuchado, leído o visto versiones de su historia: Gulliver realiza cuatro viajes que lo llevarán por lugares completamente distintos del mundo que conoce, siempre solo y en problemas gracias a su suerte y a su poco fiel tripulación. Cada uno de estos viajes constituye una parte del libro. Siendo así que la novela se constituye por cuatro interesantísimas partes.


¿Por qué vale la pena leerlo? Pues, cada lugar nuevo, ya sea la isla de los pequeños liliputienses,  los gigantes de Brobdingnag, los excéntricos hombres de Laputa o la controvertida isla de los caballos parlantes (houyhnhnms) con esclavos humanos salvajes (yahoos). Cada uno de estos viajes es una especie de ironía escrita por Swift a la sociedad de su tiempo. Y, ¡vaya sorpresa!, incluso ahora, casi 300 años después de su publicación, puede provocarnos cuestionar mucho de nuestro mundo.

Recomendable por supuesto. Pero, eso sí, no es para nada un trago ligero. Al menos no lo fue para mí.

jueves, 15 de marzo de 2012

La guerra del fin del mundo, Mario Vargas Llosa

¿Qué decir? Son mis impresiones de esta novela que he leído hace poco. Cuando escribo sobre un libro no pretendo dármelas de crítico, en parte porque una verdadera crítica requiere de mayor extensión y análisis. En fin, el fin de este post, quién sea que lo lea, es generar curiosidad acerca de este libro en cuestión: La guerra del fin del mundo.

No hay más emperadores, Dom Pedro II, fue destituido mediante un golpe de Estado por parte del Ejército: de ser un país monárquico pasó a ser un país democrático, la abolición de la esclavitud iba en contra de los intereses de las personas adineradas, quienes vieron en ese acto la confiscación injusta de sus bienes, generando su total apoyo al advenimiento de un gobierno democrático. Grandes cambios que tan solo iniciaban.
Sin embargo, nada ha cambiado a los ojos de Antonio Conselheiro, quien sigue viendo la misma miseria en la tierra que recorre predicando: “Por lo demás, ¿qué había cambiado para ellos aparte de algunos nombres? ¿No era ese paisaje de tierra reseca y cielo plúmbeo el de siempre? ¿Qué había cambiado ahora que había Presidente en vez de emperador en la atormentada tierra del norte? ¿No se seguía luchando contra la esterilidad del suelo y la avaricia del agua el labrador para hacer brotar el maíz, el frejol, la papa y las cabras?”.
La separación del Estado y la Iglesia fue el primer gran cambio que se dio: se declaró la libertad de cultos; la secularización de los cementerios, de los cuales se ocuparía el estado; el matrimonio pasaba también a ser responsabilidad del Estado. La Iglesia, poco a poco, iba perdiendo poderes. Se empezó a especular que detrás del Gobierno se encontraban masones y protestantes.
Medidas como el mapa estadístico, el censo, el sistema métrico decimal, eran vistos con desconfianza. El pueblo acudía confundido, pidiendo encontrar una explicación; Antonio Conselheiro exhortaba a no responder, pues consideraba que el único fin que perseguían era el restablecimiento de la esclavitud.
Una disposición confirmaría lo que en el pueblo ya se murmuraba, los edictos lejos de ayudarles los hundían más: la República les cobraría impuestos. Una disposición que la gente rechazó de inmediato: “El instinto animal, el sentido común y siglos de experiencia les hicieron comprender a los vecinos que aquello seria tal vez peor que la seguía, que los perceptores de impuestos resultarían más voraces que los buitres y bandidos”. Fue allí, donde aquel hombre, hasta entonces misterioso y pacífico, aunó todas las voces en una proclamación: “El Anticristo está en el mundo y se llama República”. La Guerra de Canudos iniciaba de esta forma bajo un manto religioso.
La considerada por muchos mejor novela de Mario Vargas Llosa nos sitúa en Brasil, a finales del siglo XXI, en la que se demuestra la profunda influencia que puede tener la religión en la mentalidad de los seres desarraigados, los olvidados, los miserables. Antonio Conselheiro será percibido por el pueblo de Canudos como un ser santo que seguirán hasta el final, libres de miedos, exclamando a su paso: “la muerte es dicha para el buen creyente”.
Se aunarán a su cruzada diversos personajes, con historia propia que por alguna u otra razón caen desgracia por sus propias acciones o por el desprecio que la sociedad tiene hacia ellos. Historias en las que se puede mencionar la de João Satán, antiguo bandido, el más cruel y despiadado como venganza a la sociedad que dio muerte a sus tíos mediante las habladurías cuando era tan solo un crío; el León de Natuba, ser despreciado por su apariencia deforme, quien cree en Conselheiro de un modo diferente al resto, pues afirma que no le importa ni Dios ni Jesús, solo le importa el Consejero por ser la única persona que lo hace sentir humano. Tanto bandidos como personajes penitentes o ligados a lo religioso (María Quadrado, “la Madre de los Hombres"; el Beatito; el Padre de Joaquín) son acogidos por igual.
Uno de los personajes que destaca, y el predilecto de su creador, inspirado en Euclides de Cunha, es el periodista miope, personaje del cual nunca se menciona el nombre. Personaje que está presente a lo largo de toda la guerra, y la sobrevive, como corresponsal, viendo todo lo que sucede en ella: en un primer momento acompaña al Ejército de Brasil; luego las circunstancias lo llevan a verse involucrado con los rebeldes. El personaje sirve también como una parodia: en una campaña pierde sus lentes provocando que sea visto por todos los que lo rodean como un personaje patético; está allí, presente en la guerra, solo pudiendo observar, conociendo todo de manera confusa. De personalidad bohemia, crítico de su oficio y de los que lo practican, en parte por hacer querido ser poeta y dramaturgo, su personalidad cambiará drásticamente después de la guerra. El autor, en una entrevista titulada La guerra de Mario Vargas Llosa, nos refiere al respecto: “Solo a la distancia, cuando has sufrido los desmentidos más terribles de la realidad, empiezas a hacer examen de conciencia y ver lo que ha sido tu mundo”.
Mario Vargas Llosa demuestra una vez más su gran capacidad para la creación de estructuras y la utilización de las diversas técnicas literarias en sus novelas (en contraposición, la poesía de su prosa es mínima, la gran cantidad de descripciones no implica igual uso de figuras). Una de las técnicas más resaltantes es la utilización de diversos puntos de vista sobre un mismo hecho, logrando que cada personaje aporte, con sus vivencias, un poco más sobre un detalle o incidente que tan solo fue mencionado en la narración de un personaje anterior. Pudiéndose observar esto sobre todo en la cuarta campaña.
El orden cronológico por su parte es despedazado en pequeñas unidades narrativas que se hallan separadas por pequeños espacios en blancos que se encuentran dentro de cada subcapítulo. De esta manera, un suceso en la vida de un personaje, puede extenderse físicamente por estar separado por otros pequeños acontecimientos que se encuentran conectados, aunque no necesariamente siguiendo un orden lineal.
Cuatro partes divididas en subcapítulos mediante la numeración dan cuenta de la cruenta lucha de los yagunzos o campesinos contra el ejército que viene a reprimirlos, cada vez con una mayor capacidad de fuego y contingentes. Todo esto a la par de un entramado político que está detrás de muchas de las acciones y decisiones que se toman; tanto el Partido Autonomista como el Partido Republicano Progresista, ambos con sus propios periódicos, tratarán de sacar la mayor ventaja del acontecimiento por el que pasa su país. Tanto el aspecto político, el religioso y militar son retratados por igual por un escritor ambicioso que intenta retratar todos los aspectos posibles sobre lo que escribe en su afán de conseguir la llamada “novela total”.

miércoles, 14 de marzo de 2012

1984, por George Orwell

Cuando pensaba en cómo reseñaría esta novela lo primero que vino a mi mente fue su complejidad. ¿Cómo reducir este universo tan distinto creado por Orwell en unos cuantos párrafos? Entonces me puse un reto: reducirlo a la mínima expresión, a la oración-tema de toda la trama. Y eso hice. En ese momento me di cuenta de que era posible, pero que siempre saldría perdiendo algo. Y luego “eso pasa en cualquier reseña, hombre, no puedes decirlo todo”. Así es, pues que “un hombre se hace rebelde en una sociedad hermética y totalitaria” deja tantos vacíos que te imaginas mil tramas en el mismo segundo en que te lo digan. Pero merecía una reseña, ahí vamos…

Año 1984 (hipotético). El mundo está dividido en tres grandes bloques: Oceanía, Asia Oriental y Eurasia, los cuales están en un continuo enfrentamiento desde hace ya varios años. Todas ellas sociedades completamente herméticas y absolutistas. Winston Smith, protagonista de la novela, vive en Londres, Oceanía, donde la figura del Gran Hermano es una de las grandes armas de control social del Partido (Ingsoc), y trabaja cotidianamente para éste en el Ministerio de la Verdad (Miniver), donde el pasado es continuamente cambiado a conveniencia del Gran Hermano.
El Gran Hermano tiene todo el poder, es casi un dios vigilante de cada movimiento tuyo, de tu ritmo cardíaco, de tu inseguridad, de tu mente. Las telepantallas, artefactos omnipresentes en todo lugar público y privado, le aseguran este tipo de poderes. Nadie más que él puede decidir nada. Todo lo que diga será verdad, incluso si contradice lo que ya sabíamos. Sin embargo, Winston ha decidido ser un hombre y pensar por sí mismo, esconder su comportamiento lo más que se pueda y experimentar la realidad en vez de esa sarta de invenciones que él mismo escribía en el Miniver. Esta actitud lo hará consciente de su entorno y se dará cuenta de que no es el único. Así, sin mucho quererlo, se convertirá cada vez más en un rebelde y acogerá cada vez con mayor convicción ideas revolucionarias, y tal vez románticas, por anhelar el pasado. Al mismo tiempo, cada vez estará más y más cerca de ser descubierto por la Policía del Pensamiento, al servicio del Gran Hermano, aquel sujeto al que nadie nunca ha visto en persona, pero que es obedecido sin lugar a hesitaciones.

La sociedad diseñada por Orwell para esta novela plantea  cuestiones interesantes: ¿en qué creemos realmente?, ¿qué tan manipulables podemos llegar a ser?, ¿de qué somos parte?, entre otras. 1984 es un universo en el que lo fortuito se puede volver una maldición disfrazada de placer, si no un placer oculto bajo maquillaje barato que clama a gritos una falsedad que, al parecer, nunca será aceptada. Solo nos queda la esperanza, como a Pandora.