Entre poemas y cosas me pierdo.

Comencé escribiendo poemas, poemas feos que ya quiero olvidar pero que están en block de notas, la aplicación, guardadas. Y no sé por qué, pero no los borro, a pesar de que los odio. Luego dejé de escribir poemas y mis poemas fueron narraciones en prosa, y ya no supe distinguir cuando escribía un poema; aunque, en mi caso, más que poemas, son caprichos de cuando me da por jugar con las palabras. En fin, les presento:

Rosa Azul


Su lengua parece moverse en momentos distintos, en universos distintos, en lugares distintos. Yo estoy ahí, y ella está ahí. Ella no sabe que estoy ahí, no sabe que su idioma atraviesa una barrera y me deja noqueado. Ella imagina, y da por sentado que todos— y es cierto que así pasa con la mayoría— la entienden, pero a ella no le importa realmente eso, porque tiene a su interlocutor. Ella sonríe constantemente, y yo sé que ella sabe que es gracioso, yo sé que ella no sabe que a mí también me parece gracioso. No la conozco, tampoco sé que dice, como dije antes, menos sé de que conversan y esas palabras son otros tantos desconocidos en este lugar. Están ellas, las palabras, están ellos, los humanos. Tanto desconocido marea, y para la marea están los barcos y para los barcos hay navegantes, y yo ya quisiera ser uno. En serio.
Están sus bonitas facciones, están sus refinadas, refinadas y como de mármol facciones. Ella parece una muñeca, y si tuviera cuerda, le halara la cuerda para oír sus palabras, pero ella no es mía, ni de nadie, ni de alguien, ella es suya y sin saberlo le basta para darse cuenta de ello. Ella no lo sabe. No sabe que para mí es una muñeca y que su castaño cabello para mí es rubio y que sus ojos café para mí, son café. Café con leche, como el café que tomo. Dulce, dulce es su voz, y no la he probado, como también me falta probar el café, que espero sea dulce y si no lo es, aunque sea amargo me lo tomo, pues para eso está mi vida, para ser amarga.
Entonces una lágrima cae, y es transparente, como las vitrinas de la cafetería y mi corazón parece quebrarse pero no se quiebra. Él ha visto mucho, él sabe que con el tiempo ella sanará. El rímel ennegrece la lágrima, ennegrece su corazón por un segundo y le da vida a otro tipo de muñeca, una más oscura, influenciada por lo malo, o eso me gustaría pensar a mí. También me gustaría que el malnacido que la acompaña muriera, por hacer llorar a una chica, por dejar que ese líquido salobre salga de sus ojos. Salado, a veces lo salado es más amargo que lo amargo, a veces nos damos cuenta de que el agua trae demasiados males. Retribución a la vida, a la cruel y bondadosa vida.
Y su silla cae con violencia. Él está molesto por este vorágine al que llamamos vida, y que en este momento el ha de llamar problemas. Ella llora, y en sus mejillas se forman cauces de un río que no debió existir, y de las palabras de aquel hombre no hay más que un resentimiento contenido y no miento cuando digo que siento odio. Él sabe que hace mal, él sabe que por sus palabras mil astillas se quemarán en su boca, y crepitarán y ese sonido le despertará por las noches; será el Coco quien le dé su merecido, o La Parca, o Freddy Krueger, o yo. Pero yo no soy quién y aunque lo fuera la cobardía es un don, un don que te salva de cuando en cuando.
Aunque sus labios sean delgados y maldigan, aunque su voz se quiebre como un vidrio templado, aunque los ríos a su corazón ahora estén ennegrecidos, el paso del tiempo lo curará y ya quiero yo que lo curen, porque no vale la pena que ella llore. Porque siento amor y a la vez no lo siento, siento una lástima extraña que es más comprensión que lástima y siento una atracción extraña que me enreda cual telaraña, e hice una rima sin esfuerzo. Las rosas azules son hermosas, pero sus espinas solo traen dolor; las rosas en general son hermosas, pero las rosas son rosas y no me gusta el rosa.

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